¿A qué renunciar?
Renunciamos a los subterfugios vergonzosos… (2 Corintios 4:2)
¿Has renunciado «a los subterfugios vergonzosos» en tu vida, aquello que tu sentido del honor o del orgullo no permitiría que saliese a la luz? No es difícil esconderlo. ¿Hay en tu corazón algún pensamiento acerca de alguien que no querrías que saliera a la luz? Entonces renuncia a ello tan pronto como te venga a la mente, renuncia absolutamente a todo hasta que no exista en ti deshonestidad encubierta ni astucia oculta.
La envidia, celos y pendencias no surgen necesariamente de tu vieja naturaleza de pecado, sino de tu naturaleza humana que en el pasado fue empleada para esta clase de cosas (véase Romanos 6:19 y 1 Pedro 4:1-3). Has de mantener una vigilancia continua para que nada surja en tu vida que pudiese causarte vergüenza.