Hebreos 13:5
De la pluma de Charles Spurgeon:
Ninguna de las promesas de Dios son privadas, como si alcanzaran a una sola persona, porque lo que Dios le dice a uno de sus santos, se lo dice a todos.
Cuando él abre un pozo de agua para un cristiano es para que todos beban de él. Y cuando abre la puerta del granero para distribuir alimento, un hombre hambriento podrá ser el motivo inicial, pero sin lugar a dudas, todos los santos hambrientos pueden acercarse y comer.
Oh, creyente, que la promesa fuera originalmente hecha a Abraham o a Moisés, no establece diferencia alguna porque te la dio a ti como heredero de su pacto.
No hay bendiciones elevadas de Dios que estén tan altas que tú no puedas alcanzarlas, ni una vasta misericordia que sea demasiado ancha como para ti. «Sube hasta la cumbre del Pisgá y mira al norte, al sur, al este y al oeste.
Contempla la tierra con tus propios ojos» (Deuteronomio 3:27). Contempla toda la extensión de la divina promesa de Dios, porque toda la tierra que ves es tuya, ¡te pertenece! No hay un solo arroyo de agua viva del que no puedas beber.