RESISTIENDO AL ENEMIGO
Devocional Cristiano
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).
Todo lo que sucede en el reino espiritual lo podemos conocer a través de las enseñanzas dadas en la palabra de Dios. El Apóstol Santiago habla a creyentes en Jesús que habían nacido de nuevo, y les dice que la manera eficaz de resistir al enemigo es como resultado de un pleno sometimiento a Dios.
El nombre diablo significa el que calumnia o el que acusa, y esta es una de las estrategias más fuertes que el adversario utiliza para doblegar la voluntad de las personas.
El diablo fue quien acusó a Job delante de Dios cuando se presentó delante de Él, haciendo caso omiso a lo que El Señor decía acerca de la integridad de su siervo: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia” (Job 1:9B-11).
El adversario dejó entrever los argumentos que él presenta cuando alguien se dispone a servir a Dios:
1. Job es una persona interesada o codiciosa (“¿Acaso teme a Dios de balde?”) Si Job hubiese tenido alguna motivación incorrecta, habría sucumbido en la prueba.
2. Job está muy protegido. No había manera de que el enemigo pudiera entrar en ninguno de los territorios custodiados por Job.
3. Ha sido muy bendecido. El adversario sabe que donde la bendición de Dios es real, no hay lugar para el mal.
4. Ha prosperado demasiado. El adversario estaba muy incómodo con la prosperidad que poseía Job, pues luego que hizo pecar a Adán se sentía el dueño de la tierra.
5. Job es un blasfemo. El argumento del enemigo fue: “Mientras él está en bendición, Te ama y Te teme, pero en el momento de la prueba manifestará lo que hay en su corazón: blasfemia”.
La naturaleza del diablo siempre es la misma, pero gracias damos a Dios que hoy en día contamos con algo con lo cual Job en su época careció, me estoy refiriendo a la obra de la Cruz, pues con la muerte de Jesús en la Cruz del Calvario quedaron anulados todos los argumentos que el enemigo había levantado contra nosotros: “Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:14).
ALGO EN QUÉ PENSAR
Vengo de un hogar de alcohólicos; mi padre fue alcohólico y con muchos problemas. Desde muy temprana edad vi que él bebía y, como consecuencia, yo también comencé a ingerir cerveza desde los 8 o 9 años. El alcoholismo llevó a mi padre al adulterio, a tener otro hogar, otros hijos, a tener problemas financieros, a golpear a mi madre y a ser un muy mal ejemplo.
A los doce años él me dijo: “Hijo ya no puedo pagarte más tus estudios, haz tu vida”. Comencé a trabajar recién terminé mi primaria, y esperaba mi salario para irme a beber.
A esa edad pensaba que lo mejor que le podía suceder a un hombre era estar bebiendo a toda hora.
Dios me regaló una mujer muy hermosa, buena, fiel y misericordiosa, pero lamentablemente a los quince días de casados empecé a vivir lo que había dicho que nunca haría: comencé a beber, a quedarme fuera del hogar, a tener otras mujeres y frecuentar sitios nada correctos para un hombre casado.
Las personas que se encuentran atrapadas en un vicio pierden sus valores, la responsabilidad, el amor, la autoestima, en realidad lo pierden todo. El alcohol me tenía dominado.
Debido a estos problemas me vi en la necesidad de buscar ayuda psicológica. Gracias a Dios encontré una psicóloga cristiana; cuando se enteró de mi nombre, Jesús, comenzó a declarar que Dios tenía un propósito para mi vida.
Fue así como el Señor comenzó la restauración de nuestro hogar, liberándome del vicio del alcoholismo, enseñándome a ser un buen padre como lo es Él, cambiando mi vida por completo. Hoy junto con mi esposa le servimos, proclamando que el milagro en nuestro hogar, Dios lo puede realizar en el de todos aquellos que le creen. (Jesús Villarraga)
ORACIÓN
Padre, gracias por la obra redentora en la Cruz del Calvario. Gracias porque allí Tu Hijo Jesús canceló todos los argumentos que el enemigo tenía en mi contra; gracias porque restituiste Tu protección, Tu bendición y Tu prosperidad a mi vida. También Te doy gracias por el privilegio de estar protegido por la sangre de Jesús. Amén.
DECLARACIÓN
“Por la Sangre de Jesús todos mis pecados fueron perdonados, todos mis argumentos cancelados y todas mis finanzas restauradas”.