Las obras de Cristo
Introducción: Antes de sanar a un hombre que había nacido ciego, Jesús dijo: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura” (Juan 9:4).
Poco antes de regresar al cielo Jesús dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). Si se nos ha encargado hacer las obras del Señor, debemos saber cuáles son esas obras. Veamos algunas de ellas.
Mateo describe la obra del Señor como enseñar, predicar y sanar (Mateo 9:35). El suyo era un ministerio de tres partes. Su ministerio no estaba limitado a una sola región (Lucas 4:34).
Enseñar
“Rabí” (maestro) era quizás el más usado de todos los títulos de Jesús. Él enseñaba en las sinagogas, al aire libre, entre las multitudes y de uno a uno. No es suficiente hacer que la gente se convierta; debemos enseñar a todos sobre los mandamientos de Cristo (Mateo 28:18-20).
Para hacer discípulos es necesario impartir mucha enseñanza. Es esencial para el establecimiento de su Iglesia. Se encuentra un patrón para esto en 2 Timoteo 2:2.
Predicar
Jesús enseñó arrepentimiento y fe (Marcos 1:14,15). El arrepentimiento, tristeza por haber pecado y apartarse de él, es esencial.
Creer que Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, también es necesario. (Vea Romanos 10:9,10.) Durante todo su ministerio el Señor habló del “reino de Dios”. Este reino tiene dos aspectos: El presente consiste de la soberanía de Dios en el corazón y la vida de los creyentes.
Como sus súbditos, los cristianos nos sometemos a su autoridad y a sus mandamientos. También buscamos la expansión de su reino al hacer que los demás acepten a Cristo como su Señor y Rey (Mateo 6:33).
El segundo aspecto del reino de Dios todavía es futuro. Viene el día cuando toda rodilla se doblará en sumisión al Rey de reyes y Señor de señores (Filipenses 2:10,11). Jesús declaró que el propósito de su venida a este mundo era “buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Debemos buscarlos activamente.
Sanar
Cuando Jesús estaba en la tierra pasó una gran parte de su tiempo sanando a los enfermos. ¿Cuánto tiempo dedicamos nosotros a este ministerio? Recordemos que el ministerio sanador de Cristo:
(a) atraía a las multitudes (Juan 6:2);
(b) convencía a la gente de que Él venía de Dios (Juan 3:1,2); y
(c) daba gloria a Dios (Mateo 15:31).
Así mismo era en los días de los apóstoles (Hechos 4:21,22); y lo mismo es hoy. Jesús hacía sus obras por medio del poder del Espíritu Santo (Lucas 4:18; Hechos 10:38). Tenemos esa misma fuente de poder. Él dio poder para sanar a los enfermos a:
(a) los doce apóstoles (Mateo 10:8);
(b) los setenta (Lucas 10:9);
(c) los ancianos de la iglesia (Santiago 5:14,15); y
(d) los “creyentes” (Marcos 16:18).
Los milagros que hizo Cristo fueron escritos por el apóstol Juan con un propósito, y ese es que la gente pudiera creer y ser salvos (Juan 20:30,31).
Nuestro tiempo está limitado. La noche se acerca. Hagamos las obras del que nos mandó. Prediquemos y enseñemos la Palabra de Dios y Él la confirmará (Marcos 16:20; Juan 14:12).
Hugh Jeter. 52 Estudios Biblicos