Alégrate, joven, en tu juventud, deja que tu corazón disfrute. Eclesiastés 11:9
Dice: “alégrate”. Hay cosas que roban esa alegría que hay en ti. Quieres tener más amigos, que tu liderazgo crezca, pero hay una tristeza que te opaca.
La Palabra dice: Alégrate, joven. Hay cosas que pueden provocar alegría en ti como que tu hermano esté contigo, que tu familia pueda congregarse, que tu mejor amigo esté aquí o que puedas ser sano.
Cada deporte tiene sus reglas y sus bases. Hay términos específicos que identifican a cada persona, elemento o jugada. Una vez, tomé el palo de golf y no sabía cómo usarlo.
El señor que me ayudaba me daba instrucciones, pero yo no sabía los términos que se usaban y no entendía lo que quería decirme. Si uno quiere practicar esos deportes, no va a poder hacerlo si no conoce bien los términos y las reglas.
Así es con el Señor. Si tú lo sigues, tienes que entender que Él también tiene reglas. Nosotros somos hijos de un Dios trino. La Biblia dice: Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que por todo esto te juzgará Dios.
Eclesiastés 11:9, dice: Joven, la juventud es un tesoro, disfruta cada minuto de ella; haz cuanto se te antoje, pruébalo todo, pero sabe que tendrás que rendirle a Dios, en cuanto hagas, aleja el sufrimiento y la pena, recuerda que el joven en el cual se le extiende toda una vida puede cometer errores.
Aquí dice que podemos hacer todo, pero que le daremos cuentas al Señor.
Nuestro Dios es un Dios trino, pero sólo hemos conocido parte de esta trinidad. El Espíritu Santo está provocando que conozcamos a Dios como es, no por individual. No nos podemos desviar de creer lo que hace el Espíritu Santo, o sólo lo que hace Dios Padre o Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5:23. Y el mismo Dios de paz nos santifique por completo y todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible para la venida del Señor Jesús.
Tenemos que guardar nuestro espíritu, alma y cuerpo. He aprendido a guardar mi cuerpo, porque el enemigo anda buscando cuerpos para destruir, pues eso es lo que el Espíritu Santo quiere ungir.