1. El sentido de importancia.
En otras palabras, entiendes la importancia de hacer una inversión en la vida de los jóvenes. ¿Estás seguro, en tu mente y corazón, de que vale la pena servir en el ministerio con los jóvenes? ¿Entiendes bien que es muy importante ayudar a los jóvenes?
¿Te importa realmente los jóvenes? El verdadero reto radica en el valor que tú mismo consideres que tiene el trabajo entre los jóvenes. Los jóvenes de hoy enfrentan problemas que ni siquiera los adultos deberían enfrentar. No creo que exista una situación más difícil que la de enfrentarnos con los problemas, las presiones y las filosofías que los jóvenes enfrentan hoy. Es importante invertir en la vida de los jóvenes, porque ellos necesitan ayuda desesperadamente.
2. El sentido de incapacidad.
Tú entiendes que no es por tus propias habilidades, dones y talentos que este ministerio se puede hacer. ¿Te sientes incapaz de llevar a cabo el ministerio juvenil? Excelente. Ninguno que se sienta capaz en sí mismo debe hacerlo porque tarde o temprano fracasará. Reconoce que el asunto no es que puedas o no, sino que Dios quiere que lo hagas.
¡Qué emocionante es saber que si yo no puedo Dios sí puede! ¡Qué emocionante es saber que Dios desea usar personas sencillas, personas sin grandes habilidades, personas que dependan de Él! Nuestra única dependencia debe provenir de Dios.
3. El sentido de convicción.
No tengas la menor duda de que van a suceder grandes cosas. Te hace falta soñar que verás vidas jóvenes transformadas por el poder de Dios. Si crees que Dios puede hacer grandes cosas con la vida de los jóvenes de tu iglesia, bienvenido a la aventura de tu vida. En el ministerio juvenil se requiere estar dispuesto y disponible.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrifico vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2
Lo que Pablo nos está retando a hacer es morir a nuestros deseos, sueños, ilusiones y planes. Dios quiere de ti y de mí una entrega tal que no quede nada para mí. Pablo dice “no os conforméis a este siglo”. La palabra conformar tiene que ver con no adoptar la forma del mundo, no amoldarme a las formas o moldes del mundo.
Lógicamente es mucho más fácil adoptar las formas del mundo, sus costumbres, y mundanalidades, que mantenernos en el centro de la tensión entre lo bueno y lo malo. Es más fácil moldearse a lo que la mayoría está haciendo, que ser diferentes.
Pero lo que Dios desea de nosotros es luz, sal, no conformismo. ¿Cómo nos hemos ido moldeando al mundo? ¿En qué áreas de nuestra vida no se ve ninguna diferencia entre los patrones del mundo y las verdades poderosas de Dios?. Tú y yo debemos morir para que Cristo pueda vivir en nosotros y reinar en nuestras mentes y corazones. La forma de hacer esto es orar diariamente: “Entrego mi voluntad a Dios y permito que el Espíritu Santo me controle con su poder.”
¿Qué quiere Dios de mí para mañana? Mi obediencia de hoy determina su guía para mi vida mañana
Nunca me gustó estudiar. Las matemáticas, en especial, me daban alergias. Aún hoy, con solo escribir la palabra, siento que me pica la piel. En una ocasión mi maestro de matemáticas llegó al aula y de tarea para el día siguiente nos pidió: “Para mañana quiero los capítulos 1, 2, 3, 4, 5, 6 y si les da tiempo terminen el 7”. Inmediatamente pensé: “Este maestro de matemática no entiende que mi responsabilidad principal de niño es jugar”.