Hoy en día, las personas cambian frecuentemente de empleo, con una buena o sin ninguna razón. Tal vez buscando mudanza de responsabilidad, un poco más de dinero o simplemente el pasto aparentemente más verde de otro “jardín”.
Sea cual sea la razón, la lealtad al empleador parece haber seguido el mismo camino de los dinosaurios y del pájaro Dodo. Lo mismo se aplica, infelizmente a muchos matrimonios. Matrimonios duraderos y estables son testimonios de devoción y dedicación mutua.
Ese no fue el caso de mi padre. Después de completar su periodo en el Ejército, inició carrera en General Motors a los 23 daños. Él todavía permanecía ahí cuando, 29 años después la GM decidió cerrar la fábrica. Inclusive después de eso, mi padre continúo fielmente ofreciendo soporte y promoviendo los productos de la empresa.
Se casó con mi mamá a los 19 años de. Celebramos este año el 50 aniversario de su matrimonio, un hecho extraordinario para los padrones actuales. Cuando mi cuñado le preguntó cual es el secreto del éxito de su matrimonio, la respuesta fue simple, pero profunda: “Determinación de no desistir, inclusive en los tiempos difíciles”
En cualquier área “compromiso” es una cualidad noble, raramente encontrada en nuestra cultura. Las tasas de divorcio, quiebras, fallas paternas y maternas y cambios de empleos son síntomas de un problema real: falta de compromiso personal.
Es claro que por lo menos en el nivel de los negocios, también existe falta de compromiso por parte de las empresas con sus empleados. Por eso, el nivel reducido de compromiso de los empleados es a veces, respuesta de deslealtad corporativa.
El hecho es que hoy, cuando surgen tiempos difíciles en el matrimonio, la actitud que prevalece es que el divorcio, de común acuerdo, borra todo el pasado.
Si administramos mal nuestro dinero, la quiebra alivia la presión y el sufrimiento. Si cometemos un error y engendramos un hijo, podemos optar por un aborto que nos posibilita eliminar el problema sin dejar vestigios. En el trabajo, si las cosas están difíciles, renunciamos; sin embargo, si la empresa enfrenta dificultades, una solución es librarse de nosotros.
En realidad acciones como esas alivian el problema temporalmente, pero tienen un alto costo, tanto para la comunidad como para nosotros mismos. Construimos una cultura en gran parte destituida de carácter, por el deseo de eliminar el problema, en vez de hacer el esfuerzo necesario para permanecer leales y perseverar hasta vencer las pruebas.
La mayoría de los líderes busca con ahínco personas leales. Compromiso es esencial para la formación de un líder fuerte y eficiente. En nuestros ambientes de trabajo, los que ocupan funciones de liderazgo tienen la obligación de establecer padrones de integridad, recompensando la lealtad y la perseverancia.
A veces tenemos que desempeñar funciones aburridas o causativas, mas tenemos que perseverar, mostrando compromiso con el cumplimiento de nuestras obligaciones, inclusive cuando ellas se tornan desagradables.
Cultivando y demostrando compromiso, lealtad y perseverancia, podemos edificar sobre el noble fundamento, en que hombres como mi padre y otros sirvieron de ejemplo, tornándonos nuevamente una verdadera comunidad de negocios, como personas que realmente se importan unas con otras y con la empresa donde trabajan y no solo ganadores de salarios, ansiosos por abandonar sus puestos a la primera oportunidad seductora.
Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas , y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas.” (Juan 10: 11-12). En otras palabras, el buen líder permanece fiel en su misión, sin importar el precio a pagar o la oposición.