Las agresiones durante el noviazgo han sido menos estudiadas que la violencia marital. Sin embargo, su incidencia puede ser más elevada, aunque los efectos no sean generalmente tan graves; sin embargo, las consecuencias afectan la calidad de vida y bienestar de quienes la padecen.
Si la violencia comienza durante el noviazgo, lo más probable es que persista a lo largo de toda la relación, tendiendo a agravarse. El maltrato suele aparecer en las relaciones en forma gradual, a medida que aumenta el compromiso en los miembros de la pareja. En este sentido, antes de que esto ocurra, conviene alertar a quienes comienzan una relación de pareja.
En términos generales, los indicios peligrosos son:
• Sentir miedo de las reacciones de su novio.
• No atreverse a decirle lo que piensa.
• La acusa de estar, salir o coquetear con otros hombres.
• Intenta controlarla y aislarla socialmente (por ejemplo: quiere saber todo lo que hace, exige explicaciones por todo, amenaza, prohíbe, critica a tus amigos, demanda que se le dedique más tiempo, entre otros).
• Se muestra agresivo, se enoja con frecuencia, desprecia y humilla (deja de hablar o se va sin dar explicaciones, llega tarde, se burla, seduce a otras personas para lastimar a su pareja, entre otras).
• También se observa manipulación (constantemente está probando a su pareja para descubrir si miente), o niega sus errores (no pide disculpas, te culpabiliza, no te permite discutir cuestiones que te preocupan, etc.).
• Lo grave es que una vez que la dinámica ha comenzado y se ha consolidado, no se sabe a dónde va a parar.
En este sentido, una persona tiene más probabilidades de ser asesinada, atacada físicamente, golpeada, abofeteada y azotada en su propio hogar, y por un miembro de su familia que en cualquier otro lugar o por cualquier otra persona.
Por tanto, se podría decir, que la familia porta en su interior una importante paradoja. Por un lado, es la principal fuente de apoyo y afecto con la que contamos y por otra parte, puede ser el escenario donde se produce la mayor cantidad de actos violentos. Resulta difícil explicarnos cómo un marido, compañero o padre, puede llegar a maltratar a su esposa o a un hijo hasta quitarle la vida.
Es necesario evitar la violencia a través de la educación, recordando que pedir perdón no es suficiente para atarse a una persona de por vida. Atender a noviazgos violentos previene resolver un problema futuro: evitar un matrimonio y una familia violenta.
Ciertamente, los conflictos son inevitables en cualquier relación. Algunos son relativamente comunes, sin embargo, lo que realmente los hace destructivos es la manera de afrontarlos, por lo que a continuación se ofrecerán algunas recomendaciones para mantener la salud en el vínculo:
- Alimente el cariño y la admiración hacia su pareja.
- Comuníquese frecuentemente.
- Aprenda a convivir con lo que no puedes cambiar.
- No culpes a tu pareja, por el contrario, reflexiona sobre tu conducta y responsabilidad durante el conflicto.
- Identifica tus sentimientos negativos.
- Intenta resolver el problema, no huyas.
- Interrumpe las peleas para buscar soluciones (time-out), retoma más tarde la discusión cuando estén más calmados.
- Resolver juntos los conflictos que tienen solución.
- Nunca vayan a dormir peleados, intenten aclarar las diferencias.
- Ensaye ponerse en los zapatos de su pareja.
- Piense antes de actuar.
Lo positivo de todo lo anterior es que se abre la posibilidad de realizar una labor preventiva, si logramos tomar conciencia, esto favorecerá la detección del problema para así contrarrestar aquellas ideas que favorecen la violencia a través de intervención psicoterapéutica y programas de reeducación.
Por último, si sospechas que eres victima de maltrato psicológico o de cualquier tipo, no permanezcas en silencio, pide ayuda, comunícaselo a tu familia, amigos, vecinos o a un especialista, para que puedas acabar con tan penosa situación.
Recuerda hay vida después del maltrato y no hay vida en el maltrato.
Extraido de http://www.estampas.com/blogs/conversando-franca-mente
Sobre la Autora: Franca Trezza es Licenciada en Psicología egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Especialista en Psicología Clínica egresada de la Universidad Central de Venezuela. Magíster en Asesoramiento y Orientación Familiar. Egresada de la Universidad de Santiago de Compostela (España).
Miembro de la Red de Apoyo Psicológico de la UCV. Supervisora de los estudiantes del Posgrado de Psicología Clínica UCV.
Autora de diversos textos relacionados con el tema familiar, articulista de varios periódicos, revistas y colaboradora de programas infantiles y familiares
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