Primeramente usted tiene sólo dieciséis años de edad. En mi opinión es demasiado jovencita y se demuestra en su carta que todavía le falta crecer y madurar antes de hacer una decisión tan seria. Me da mucha pena que ya esté comprometida para casarse.
Usted es una niña de familia; se ve por su carta y por lo que me cuenta. En vista de su confusión, por la declaración de un músico (que me explica usted de dónde surgió este músico) siendo que ya está comprometida para casarse, quiero darle las siguientes recomendaciones.
Primero, rompa su compromiso con el joven con quien se va a casar. Le digo esto porque en mi opinión, en la totalidad de su carta usted me revela que le falta convicción en cuanto a casarse con ese joven.
Segundo, debe rechazar la declaración y el pedido de matrimonio del joven músico. ¿Por qué razón? Vuelvo a decir, porque usted es muy jovencita y porque ese músico no puede ser un hombre serio. Apenas le ha llegado a conocer y ya se le declara para casarse. Es una tontería. Yo le digo que debe dejar a estos dos jóvenes.
Tercero, mi consejo, que no nace de mí, sino de la mejor sicología y mejor aún, de la Biblia, que es la Palabra de Dios, es que usted tiene que consultar con sus padres, no sólo acerca de estos dos jóvenes, sino también de todo otro joven con quien se ponga de novio de seriedad.
Me da la impresión que usted es una señorita bonita para que tantos jóvenes quieran casarse con usted. No se deje engañar por su apariencia y por el atractivo que usted tiene para los jóvenes y para los hombres. La Biblia dice en Proverbios capítulo 31:
"Engañosa es la gracia y vana la hermosura; la mujer que teme a Dios, ésa será alabada".
Hable con sus padres. Lo que usted me contó con tanta confianza en su carta, cuénteselo a ellos, quienes seguramente van a protegerla y ayudarla a tomar inclusive la difícil decisión de romper con ese compromiso.
En el libro de los Salmos capítulo 32 Dios promete lo siguiente:
"Yo te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre tí fijaré mis ojos".
Arrodíllese ahora mismo y hable con Dios largamente. En vez de perder tiempo conversando con sus amigas sobre este tema, hable con sus padres, pero primero hágalo con Dios. Ábrale su corazón. Derrame su alma ante El, quien le va a guiar y encaminar, porque Dios dice:
"Yo te haré entender y te enseñaré".
¡Qué bueno es pertenecer a Dios! ¿No le parece?
Luis Palau
Dejanos Tu Comentario!