La Cruz Indestructible

La Cruz Indestructible: Historia de Fe y Supervivencia en Macao

La cruz indestructible se convirtió en un faro de esperanza para los perdidos. Cuando Sir John Bowring, exhausto y a la deriva, divisó su silueta entre las olas, supo que la salvación, al fin, estaba cerca.

HACE SIGLOS, en la costa del sur de China, muy arriba en una colina que daba a la bahía de Macao, colonos portugueses construyeron una enorme catedral. Creyeron que resistiría al tiempo, y colocaron en la pared del frente de esta catedral una enorme cruz de bronce que se levantaba muy arriba hacia el cielo.

No muchos años después, un tifón azotó y el dedo de Dios borró la obra de la mano del hombre. Toda esa catedral fue arrastrada al océano, cuesta abajo como escombros, excepto por la pared frontal y esa cruz de bronce que se levantaba al cielo.

Siglos más tarde, un barco naufragó en las afueras de esa bahía. Algunos murieron y unos pocos vivieron. Uno de los hombres que se aferraba a los escombros del barco, subiendo y bajando con el movimiento de las olas del océano, estaba desorientado y asustado, sin saber en qué dirección había tierra.

Mientras remontaba una ola, distinguió esa cruz, muy diminuta desde la distancia. Era Sir John Bowring.

Cuando llegó a tierra, y vivió para contar la historia, escribió:

En la cruz de Cristo me glorío,
Elevándose sobre los destrozos del tiempo;
Toda la luz de la historia sagrada
Se reúne alrededor de su cabeza sublime.
Y la última estrofa.

Cuando las aflicciones de la vida me vienen encima,
La esperanza engaña, y los temores fastidian,
Nunca jamás la cruz me olvido:
¡Miren! Brilla con paz y gozo.

John Bowring nos está diciendo que tenemos una cruz, que tenemos un altar. Y cuando toda la vida parece caernos encima, todo lo que tenemos que hacer es volver a la cruz, y recordar la tumba vacía, y traer a la mente el hecho de que un hombre no está en la cruz ni en la tumba, sino que vive y está listo y es capaz de darnos la victoria en lo que sea que estemos atravesando al momento.

Venga por la gracia a la cruz y diga: “Eso es mi suficiencia. Eso es mi única esperanza.”

—Kenneth Osbeck, 101 Hymn Stories

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