La honestidad se prueba en las decisiones diarias.
Mantener la verdad, incluso ante dificultades, revela nuestro carácter y fortalece la confianza con otros.
Un cobrador de los tranvías devolvió algunas monedas de más a unos de los viajeros, uno de nuestros jóvenes predicadores.
El joven, tentado por el maligno discutió en su corazón, por un instante si iba a devolverlo o no, pero, venció el Espíritu de Dios y las devolvió.
Imaginaos su sorpresa, cuando el cobrador le dijo:
– Gracias, joven… Pero no creáis que haya sido distracción.
Ayer por la noche estuve en el templo para oíros predicar. Al conoceros hoy, he pensado probaros. Ahora se que es verdad lo que os oí predicar.