“Los ángeles apresuran a Lot” es un momento crucial en la historia bíblica que nos enseña sobre la urgencia de obedecer a Dios.
“Los ángeles apresuran a Lot” es un relato que resalta la importancia de no aferrarnos a lo que Dios nos pide dejar. En medio de la inminente destrucción de Sodoma, Lot y su familia reciben una segunda oportunidad, pero deben actuar con prontitud.
¿Eran estos personajes ángeles o apariencias visibles de las personas divinas? No importa, eran mensajeros de salvación enviados por el Todopoderoso Invisible, y nos enseñan cómo tenemos que tratar a los hombres para moverles y bendecirles.
«Y, al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot» (Gén. 19:15).
Imaginaos a los dos ángeles detrás del grupo familiar empujándolos, con sus dos brazos, por las espaldas para sacar a Lot, su esposa y sus dos hijas del gran peligro que ellos conocían estaban por llegar.
Los justos necesitan ser empujados
¿En qué cosas? Lo que se refiere a obediencia a su Señor. En sacarles del mundo (vers. 26). En buscar el bien de sus familias (vers. 12).
¿Por qué? La carne es débil. Lot era un anciano demasiado inclinado a las cosas mundanas. Sodoma tiene una influencia indolente.
¿Por qué medios? Recordándoles sus obligaciones y oportunidades. Llevándoles a considerar el correr del tiempo y la brevedad de la vida. Advirtiéndoles de su segura ruina.
Los pecadores necesitan ser apresurados
1. Los pecadores son muy lentos y propios a demorarse.
Se hallan establecidos en la Sodoma del pecado.
No creen nuestras advertencias (vers. 14).
Se entretienen en el gran engaño de Satanás para su ruina.
2. Es nuestro deber apresurarles.
- Debemos ser nosotros insistentes como lo fueron los ángeles.
- Ser pacientes y repetir nuestros ruegos.
- Resueltos y apretarles de todas formas.
3. Tenemos muchos argumentos para hacerles apresurar.
- Su inminente peligro si se entretienen.
- El pecado de demorarse cuando Dios ordena apresurarse.
- La suprema necesidad de inmediata decisión.
Buscar primeramente el reino de Dios
Cuando cierto joven hizo pública profesión de fe, su padre, muy resentido, le dio este consejo: «Jaime, deberías primeraente establecerte en un buen negocio y entonces entrar en asuntos de religión.» «Padre -dijo el muchacho-, Jesucristo me da un consejo totalmente diferente. El dice: “Buscar primeramente el reino de Dios”.
– Hermano – dijo cierto hombre moribundo -, ¿por qué no fuiste más insistente con respecto a mi alma?
– Querido Jaime -replicó el hermano-, yo le he hablado diversas veces.
– Sí -fue la respuesta-. No tengo que reprocharte esto.
– Pero siempre que me hablabas ¡era con tanta cautela! Yo quisiera que me hubieses cogido por el cuello y me hubieses hecho poner de rodillas, pues yo he sido tan descuidado que necesitaba esto para no despertar de mi sueño en el infierno.