Eran manos consagradas las que debían poner en orden las cosas santas. Los porteadores del tabernáculo y de su mobiliario eran tres familias de los levitas, los hijos de Coat, de Gersón y de Merari.
TRES CLASES DE OBREROS
Números 4
En el transporte del tabernáculo y de todas sus pertenencias de lugar a lugar había mucha división de trabajo. Como podríamos observar, el trabajo de los gersonitas, que se cuidaban de las cortinas, etc., podría haber sido fácilmente llevado a cabo por una veintena de hombres, pero para esta tarea solo se separaron 2630.
Esto nos enseña que ninguna obra hecha para Dios es pequeña o de poca importancia. El envolvimiento de los vasos santos lo hacían Aarón y sus hijos (vv. 5-15). Eran manos consagradas las que debían poner en orden las cosas santas. Los porteadores del tabernáculo y de su mobiliario eran tres familias de los levitas, los hijos de Coat, de Gersón y de Merari. La obra de los mismos era:
I. Variada.
1 Los hijos de Merari se encargaban de lo que era FUNDAMENTAL. «Basas, columnas, tablas, barras y estacas» (vv. 31, 32). Al levantar el tabernáculo, se necesitaría primero de las basas y columnas. Las verdades fundamentales deben ir siempre en primer lugar.
Y es la obra del evangelista. «Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo». Las basas de plata hablan de redención, porque estaban hechas con el precio de rescate dado por las almas del pueblo (Éx. 30:15). Sí, en primer lugar va la Sangre redentora.
2 Los hijos de Gersón se encargaban de los ELEMENTOS DE UNIÓN. «Cubiertas, cortinas, colgaduras» (vv. 24-27). Las basas y columnas pueden ser fuertes, pero están desnudas y descubiertas sin las cubiertas y cortinas. De hecho, no había tabernáculo sin las cubiertas.
Estas pueden representar la obra del pastor, ligándolo todo y hermoseándolo con las cubiertas y colgaduras del orden y de la doctrina. Las cubiertas, etc., unían entre sí cada columna y tabla. Es la obra del pastor, manifestando la verdad. «Todos uno en Cristo Jesús».
3 Los hijos de Coat se encargaban de los ELEMENTOS DE ALLEGAMIENTO. «Todos los utensilios del santuario» (v. 15). Los utensilios puestos en su lugar indican el camino a Dios. No se podía hacer ningún servicio en el tabernáculo sin ellos. Todo aquello era impotente hasta que no acabara el trabajo de los coatitas.
Ésta es la función del maestro. Estos tres dones pertenecen a la Iglesia igual que pertenecían al tabernáculo. «Él mismo dio: unos, los apóstoles; otros, los profetas; otros, los evangelistas, y otros, los pastores y maestros, a fin de equipar completamente a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef. 4 , 12).
El oficio de maestro no es solo el de exponer la verdad, sino hacerlo de tal manera que conduzca a la misma presencia de Dios, y mantenga una vida santa.
La impartición del conocimiento que hincha no es el cumplimiento de la obra de un maestro. El verdadero maestro espiritual no solo señala el camino, sino que por el poder del Espíritu Santo, por medio de la verdad y de un santo ejemplo, conduce a Él.
II. Ordenada por el Señor (vv. 1-4).
Nadie toma sobre sí esta obra, sino el que es llamado de Dios, como lo fue Aarón. ¿Podría uno imaginarse a otros haciendo otras basas, cubiertas, y vasos, y estableciendo otro tabernáculo? Todo ello no sería más que una ficción y una burla.
¿Por qué? Porque no serían las basas de Dios, ni las cubiertas de Dios, ni los vasos de Dios, ni los siervos de Dios. ¿Y cuán mejores son los evangelistas, pastores y maestros que se lanzan sin ser enviados, y que ponen otros fundamentos, y se amontonan maestros, teniendo comezón de oír, y sin soportar la sana doctrina? De los tales apártate. Es a sus propios siervos que el Señor encomienda sus bienes (Mt. 25:14).
Los que negocian hasta que Él venga negocian con su mina (Lc. 19).
III. Unida.
Los gersonitas no sentían celos algunos debido a que los hijos de Merari comenzaran la obra antes que ellos, y tomaran posesión del lugar antes que llegaran. Todos iban conducidos por una misma voluntad, y para la honra y gloria de un Señor. Sus cargas eran diferentes, pero su objetivo era el mismo. «Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… Dios, que efectúa todas las cosas en todos, es el mismo» (1 Co. 12:4-6).
Ellos buscaban siempre el bien de la casa del Señor. Al usar cada uno el don que le haya sido confiado como administrador, mostramos la multiforme gracia de Dios (1 P. 4:10).
IV. Recompensada.
El Señor vino a serles su porción y herencia (Dt. 18:1-2). «Yo soy su posesión» dijo el Señor (Ez. 44:28). Los que se consagran a la obra del Señor encontrarán su todo en Él. «Los que sirven al altar, participan del altar» (1 Co. 9:13).
Los que sirven al Señor son participantes con el Señor de su gracia, misericordia y fortaleza. «Bien, siervo bueno y fiel, … entra en el gozo de tu Señor». Participantes de su vida, de su obra y luego, de su gozo.