Ser Ricos para Dios

Ser ricos para Dios significa vivir con un corazón libre de avaricia y anclado en la voluntad de Dios.

Ser ricos para Dios implica cambiar nuestra perspectiva sobre las riquezas terrenales y enfocarnos en acumular tesoros en el cielo. En este pasaje, el Señor nos advierte que los bienes materiales son temporales y vulnerables, mientras que las obras hechas con amor y obediencia a Dios perduran para la eternidad.

“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Mateo 6:19–21

Hombres cristianos, nunca deben codiciar la estima del mundo; el amor de este mundo no está en conformidad con el amor de Dios. «Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre» (1 Juan 2:15). Traten sus sonrisas como tratan sus amenazas, con silencioso desdén.

Mejor estén dispuestos a sufrir burla que a tener aprobación, consideren la cruz de Cristo mayor riqueza que todos los tesoros de Egipto. Los hombres de este mundo fueron hechos para ponernos en sus puestos de honor, porque somos extranjeros y ciudadanos de otro país.

Además, como extranjeros, no nos corresponde acumular los tesoros de este mundo. Si somos extranjeros, los tesoros de este mundo son como pedazos de papel, de poco valor para nosotros; y debemos almacenar nuestros tesoro en el cielo, «donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar» (Mateo 6:20).

El dinero de este mundo no está vigente en el paraíso, y cuando lleguemos a su bienaventurada costa, si se pueden experimentar remordimientos, debemos desear haber acumulado más tesoros en la tierra de nuestra paternidad, en la querida patria más allá de los cielos.

Transporta tus joyas a un país más seguro que este mundo; sé más bien rico para Dios que para los hombres.

Charles Spurgeon