Shekiná

Shekiná (habitación). La palabra en sí no se encuentra en la Biblia. Se usa en el Tárgum y en los escritos cristianos primitivos para referirse a la presencia de Dios.

Sin embargo, la idea que expresa esta palabra, «Dios que habita, que mora entre los hombres», es un concepto básico tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

Debe leerse junto con la palabra → gloria, presencia de Jehová. En Nm 16.42, la nube oculta y revela la presencia de Dios. Dios habita entre los hombres por su sola voluntad, y permanece siempre Señor de su presencia (Éx 19.91618).

No se puede disponer de ella. Hay que confiar en ella y obedecerle (Éx 13.2122Éx 40.34–38). Así desciende sobre el templo (1 R 8.10) y habita allí entre querubines (Sal 80.1Is 6.1–9). Sin embargo, la tradición profética no da por sentada la permanencia de esa presencia, independientemente de la conducta del pueblo y la voluntad divina (Jer 7.4ssEz 8.6).

En el Antiguo Testamento se afirma que en los tiempos mesiánicos volverá la Shekiná (Ez 43.79Hag 1.8Zac 2.10Is 60.2).

En el Nuevo Testamento el pasaje central sobre la encarnación (Jn 1.14: «habitó entre nosotros») es una clara referencia a la tradición veterotestamentaria de la Shekiná. En Lc 2.9Mt 17.52 P 1.17 encontramos manifestaciones alusivas directamente a fenómenos visibles o audibles que acompañaban esa presencia divina.

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