Prosperando en tiempos de crisis no es solo un deseo, sino una promesa de Dios para Sus hijos.
Prosperando en Tiempos de Crisis requiere más que solo esfuerzo humano; requiere una mentalidad alineada con la voluntad de Dios. Muchos creen que la escasez es inevitable, pero las Escrituras nos muestran que Dios desea que Sus hijos vivan en abundancia. No se trata solo de dinero, sino de vivir bajo la provisión divina, administrando sabiamente los recursos y confiando en que Él suplirá cada necesidad.
Quiero compartir rápidamente algunos principios espirituales que pueden traer prosperidad a nuestras vidas. Muchas personas, cuando se habla del dinero en la iglesia, tienden a espiritualizarlo o a pensar que no es un tema importante. Sin embargo, si reflexionamos un poco más, veremos que las finanzas mueven al mundo después de Dios y que todos necesitamos recursos para vivir.
Cuando miras tu vida, te darás cuenta de que todo a tu alrededor tiene que ver con dinero. Si tienes hijos y trabajas, pero no tienes quién los cuide, debes pagar un lugar donde los atiendan. Si quieres ir al trabajo, necesitas llenar el tanque de gasolina.
Si deseas comprarte unos zapatos, debes ir a la tienda y pagarlos. Nadie te los da gratis. Lo mismo ocurre con la obra de Dios: también necesita recursos. No podemos construir un templo ni invitar a un predicador si los miembros de la iglesia son más pobres que el mismo templo. El problema no es la falta de dinero, sino la mala información sobre la voluntad de Dios respecto a las finanzas.
El plan de Dios para cada uno de nosotros es que no nos falte nada.
Podemos experimentar pruebas, dificultades y momentos temporales de crisis financiera, pero la realidad es que Dios desea nuestra prosperidad. Dios no está de acuerdo con la pobreza ni quiere que vivamos en miseria. No es Su voluntad que no tengamos para pagar la universidad de nuestros hijos o suplir nuestras necesidades básicas. Puede ser que la falta de compromiso o el mal manejo financiero nos lleven a la escasez, pero el deseo de Dios es que Sus hijos sean prósperos.
Cuando leemos sobre Abraham, Isaac y Jacob, vemos que fueron prosperados. Sí, enfrentaron momentos de dificultades financieras, pero al final, Dios los bendijo abundantemente. La prosperidad no es solo para el enriquecimiento personal, sino para bendecir a otros. Dios quiere que tengamos lo necesario y que seamos un canal de bendición para quienes lo necesiten.
Muchas personas creen que necesitan una herencia o una gran ayuda financiera para prosperar, y si no la tienen, se resignan a la pobreza. Sin embargo, Dios no quiere que dependamos del dinero para prosperar, sino del conocimiento de Su voluntad en este asunto.
Es necesario cambiar nuestra mentalidad y entender que Dios quiere bendecirnos, prosperarnos y que vivamos sin deudas.
La Biblia enseña que Dios quiere que vivamos sin deudas.
Aunque a veces hacemos deudas por diversas razones y tratamos de justificarlas, la voluntad de Dios es que seamos libres financieramente. Existen muchas enseñanzas humanas sobre cómo manejar el dinero, pero lo importante es lo que la Palabra de Dios dice. Según las Escrituras, Dios quiere prosperarnos y bendecir nuestras vidas.