Nuestra antigua hermana Jael, del libro de Jueces, tuvo que tomar una decisión sobre el difícil dilema: ¿el fin justifica los medios? No con un revólver mortal en la mano, sino con una aparentemente inofensiva estaca de tienda.
En esta historia tenemos dos heroínas por el precio de una: (1) Jael, nuestra mujer mala por una buena razón, cuya agilidad y fuerza se corresponden con su nombre hebreo “cabra montes” y (2) Débora, una mujer buena de primer orden, cuyo nombre significa “abeja”, quien juzgaba a Israel en aquel tiempo. Libro de Jueces.
Historia como la de Jael son difíciles de entender a la luz de nuestro pensamiento neo-testamentario acerca de la gracia y el perdón. Sin embargo, recuerda las plagas que Dios envió sobre Egipto; considera la destrucción de Sodoma y Gomorra; piensa en el único Hijo de Dios, colgado en una cruz de madera. El Señor es infinitamente paciente..., y al final es justo.
Revisa tus motivaciones.
El Talmud dice: “Una trasgresión con buena intención tiene más mérito que cumplir un mandamiento sin intención”. No podemos estar seguros de cuáles fueron los motivos de Jael, pero ciertamente podemos examinar cuáles son los nuestros.
Puede que nunca atravesemos la cabeza de un hombre con un instrumento afilado, pero tal vez hemos atravesado más de un corazón con nuestras palabras afiladas. Necesitamos preguntarnos el porqué: ¿Por el beneficio de la otra persona? Es probable que no, sino por rencor, por venganza, por ira o por las hormonas. Solo son excusas.
Busquemos buenos motivos y oremos por métodos que se correspondan con ellos.
“Examíname, oh Señor, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón”. Salmo 26:2.
Aprende de Jael, pero no la imites.
Se dice que el sangriento relato de Jael “refleja un estado primitivo de desarrollo ético y, como tal, no es digno de ser emulado”. En otras palabras, no debemos repetir su historia atrayendo a Satanás a nuestros hogares en Halloween con promesas de darles caramelos para después golpearlos con un candelabro en la cabeza. Lo que sí podemos imitar es su sabia decisión de aliarse con Dios y no con el campamento enemigo.
“La discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá”. Proverbios 2:11.
Los líderes hacen algo más que dar órdenes, y actúan.
Cuando Barac no quiso salir solo, Débora le dijo: “Yo iré contigo”. Cuando Jael vio la oportunidad de doblegar a Sísara, no salió corriendo a buscar a algún otro que lo hiciera, sino que hizo lo que había que hacer. Los líderes no se limitan a apuntar, disparan.
Cuántas veces soy culpable por ver una necesidad y ponerme a orar para que otra persona se ocupe de ella. A menudo me quejo: “Alguien debería hacer algo al respecto a eso”. ¡Dios quiera que yo pueda tener el valor de mis hermanas de la antigüedad y dar un paso adelante!
“Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí”. Isaías 6:8.
Pensamientos de mujer buena dignos de consideración.
1.- ¿Te incomoda la idea de una mujer profeta? ¿Por qué crees que Dios levantó a una mujer para dirigir a los israelitas? ¿Has trabajado para una jefa? ¿Te has sentado en la clase de una mujer...o en un juzgado? ¿Qué te enseñaron esas experiencias acerca de la mujer y el liderazgo? ¿El saber que Dios está dirigiendo a una mujer te daría confianza suficiente como para seguir su liderazgo?