El hambre de amor es mucho más difícil de quitar que el hambre de pan.
–Madre Teresa de Calcuta
Cuando Jim Daly, presidente de Enfoque a la Familia desde 2005, se propuso tomarse un café con un destacado activista homosexual, uno de sus colegas cristianos le expresó su preocupación en cuanto a la reunión, temiendo que esa acción fuera comprometedora para el ministerio. “Te entiendo”, dijo Daly, “pero no creo que tenemos la autoridad de elegir con quien podemos compartir el evangelio”.
Por tanto, Daly acudió a la cita con el activista. Los dos tuvieron un diálogo sobre el propósito de Dios para el matrimonio, y conversaron con respeto como lo harían dos nuevos amigos. Hacia el final de la reunión, Daly sintió un suave impulso del Espíritu Santo. “Dios te ama a ti tanto como a mí”, le dijo. “¿Sabías esto?”
El activista se quedó en silencio mientras bajaba la cabeza y los ojos se le inundaban de lágrimas. Era la primera vez que un cristiano le había transmitido el mensaje de que Cristo lo amaba tal y como era. “Lamentablemente, muchas veces caemos en la trampa de querer tener la razón, en vez de querer amar adecuadamente”, escribe Daly en su libro más reciente: ReFocus (Reenfoque). “[El amor] comienza con reconocer verdaderamente que quienes tienen creencias o puntos de vista diferentes, no son en realidad nuestros enemigos”, dice. “Son seres humanos como nosotros, creados a imagen de Dios igual que nosotros, y por esa razón merecen ser tratados de una manera digna y respetuosa”.