En algunos círculos, mucho se ha hablado acerca del hecho de que Febe, a quien Pablo envía saludos, sea llamada sierva, ministra o diaconisa (Romanos 16.1–2).
El argumento que se levante sobre este fundamento será poco firme, por decir lo menos. Si tal cargo existió en la iglesia primitiva, entonces el de “diaconisa”, sería el único cargo de la iglesia, para el cual no se especificaron requisitos en la Biblia.
Si Febe sirvió en tal cargo, ¿prueba esto que ella tenía autoridad sobre los hombres? Romanos 16, no precisa las maneras en que Febe sirvió. ¿Cosió ella vestidos como Dorcas, o le predicó a la congregación? ¿Permitió ella que la iglesia se reuniera en su casa, tal como Ninfa lo hizo? ¿Laboró ella junto con su esposo, tal como Priscila, o fue ella una directora de cánticos? ¿Enseñó ella clases de mujeres, o pudo haber enseñado a hombres? ¿Preparó ella comidas y sirvió a los necesitados de la congregación, o supervisó ella la distribución de la ayuda benevolente para los pobres, tal como lo hicieron los siete hombres de Jerusalén? ¿Sirvió ella en algún modo que le diera autoridad sobre los hombres? Son otras las declaraciones bíblicas que se necesitan para ayudarnos a entender los parámetros del servicio de ella.
Lo que se quiere dar a entender con la palabra que se usa en relación con Febe, en Romanos 16.1: diakonon,1 no es la supervisión ni el pastoreo administrativo, pues esta responsabilidad le fue dada a los ancianos de la iglesia (Hechos 20.28; 1 Pedro 5.1–2); tampoco incluye la idea de tomar decisiones por la congregación.
Eran los apacentadores —los supervisores ordenados por Dios (también llamados ancianos, obispos y pastores)— los que debían dirigir al rebaño, la iglesia. Al funcionar como apacentadores, ellos tendrían que tomar decisiones por las ovejas y velar por el bienestar de ellas. Los apacentadores deciden por las ovejas y las llevan, no es al contrario.
Ellos van al frente del rebaño, eligiendo la dirección que seguirán las ovejas según la voluntad del Príncipe de los pastores (1 Pedro 5.4). Esta responsabilidad les fue dada a hombres, tal como se deduce del hecho de que cada anciano debe ser marido de una sola mujer (1 Timoteo 3.2).
Así como en el Nuevo Testamento se usan el significado técnico y el significado no técnico de la palabra Diakonos, así también se usan los de las palabras “anciano”, “apóstoles”, y otras. Sólo se usa tres veces en el Nuevo Testamento para referirse al cargo específico de diácono (Filipenses 1.1; 1 Timoteo 3.8, 12). A lo sumo se usa para este propósito unas cuatro veces, si es la idea de un cargo la que se quiere transmitir en Romanos 16.1; de otro modo, este versículo sería parte de las veintisiete veces que la palabra se usa de modo no técnico para dar a entender la idea de “servicio”. La forma verbal “diakoneo”, que significa “servir” o “ministrar”, aparece treinta y seis veces, dos de las cuales se aplican al cargo de diácono.
La referencia a Febe como diakonos no es prueba de que ella ocupara el cargo de diaconisa; como tampoco el uso de la misma palabra en referencia a Pablo (Efesios 3.7; Colosenses 1.23, 25), a Tíquico (Efesios 6.21; Colosenses 4.7), a Epafras (Colosenses 1.7), y a Timoteo (1 Tesalonicenses 3.2; 1 Timoteo 4.6), es prueba de que ellos fueran diáconos.
El hecho de que se mencionen diakonos, diáconos, junto al cargo de supervisores, u obispos, (Filipenses 1.1; 1 Timoteo 3.1, 8), debe significar que las responsabilidades de ellos no eran las mismas que las de los obispos. Del mismo modo, el significado de la palabra, “servicio personal bajo la autoridad de otro”, revela que la responsabilidad de este cargo incluyó el servicio que los obispos les asignaran a los que lo ocuparan.
Los requisitos (1 Timoteo 3.8–13), que debían llenar los que sirvieran en este cargo, dan a entender que ellos debía ser hombres respetables, dedicados y capaces.
Los siete hombres que fueron escogidos para servir a las mesas (Hechos 6.1–6) pudieron no haber ocupado el “cargo” de diáconos. La palabra diakonia, una palabra femenina que se usa para describir el trabajo de ellos, proviene de la misma raíz. Si era el cargo de diácono lo que se proponía dar a entender, entonces es probable que se hubiera usado diakonos, una palabra masculina, como es el caso de las otras veces cuando fue un cargo lo que se quiso dar a entender.
Cuando la palabra diakonos no está siendo usada para referirse al cargo de diácono, ella se refiere a la persona que sirve bajo la autoridad de otro. Por esta razón, a menos que el contexto demande que el significado sea el del cargo de diácono, debe tomarse el significado no técnico de ella.
Este es el problema con la aparición de diakonon en Romanos 16.1, en referencia a Febe. No podemos determinar por el contexto si se está usando en el sentido técnico o en el sentido no técnico. Da igual suponer uno u otro uso. Algunos piensan que la palabra prostatis (Romanos 16.2), traducida como “ayudador”, significa que ella desempeñó un papel supervisor.