Este capítulo concluye la primera parte de Efesios en la que Pablo ha descrito nuestra riqueza en Cristo. Está a punto de pasar a la sección práctica (nuestro andar en Cristo), pero primero hace un alto para orar.
Empieza su oración en el versículo 1, pero no la sigue sino cuando llega al versículo 13. Los versículos intermedios forman un largo paréntesis, pero así y todo son importantes, porque explican el ministerio especial de Pablo al cuerpo.
I. La explicación que Pablo Da de su Ministerio (3:1-12)
Lo primero que notamos es que Pablo se describe como “prisionero,” y relaciona su prisión a los gentiles. Busque en Hechos 22 la explicación. Pablo había sido detenido en Jerusalén, y estaba haciendo su defensa ante su pueblo.
Ellos le oyeron hasta que él pronunció la palabra “gentiles” (Hechos 22:21), ¡y allí se desató la confusión! De hecho, esto fue problema incluso entre los primeros creyentes judíos, según lo revela Hechos 10 y 15.
Pablo explica que Dios le ha dado una revelación especial y una mayordomía (dispensación) especial. Llama a esta revelación “el misterio de Cristo.” Sería bueno que usted repase las notas de introducción a Hechos, así como las notas de Romanos 9—11.
En el AT Dios reveló su programa profético para Israel: Que los establecería en su reino cuando ellos recibieran a Cristo como su Mesías. Dios les ofreció el reino por medio de Juan el Bautista (Mateo 3:2) a quien los judíos permitieron que se decapitase; por medio de Cristo (Mateo 4:12-17), a quien los judíos pidieron que se matase; y por medio de los apóstoles y Esteban (Hechos 2—7) a quien los judíos en realidad mataron por sus propias manos.
Tres veces le fue hecha a Israel la oferta del reino, pero la nación rechazó al Padre, quien había enviado a Juan; al Hijo, y al Espíritu, que estaba energizando a los apóstoles que testificaban. Con la muerte de Esteban la oferta se cierra; el mensaje salió a los samaritanos y a los gentiles, en Hechos 8 y 10; y Pablo fue salvado milagrosamente en Hechos 9.
El ministerio de Pablo fue a los gentiles, el mensaje de Pablo era la gracia, y la tarea especial de Pablo era proclamar la verdad de un solo cuerpo, el misterio de la iglesia. Note Romanos 16:25-26; Colosenses 1:26-27; 4:3-4, así como Efesios 6:19. Aquí en el versículo 6 Pablo afirma claramente el misterio: Que los gentiles y judíos ahora son un cuerpo en Cristo.
Este misterio no había sido dado a conocer antes, pero ahora Dios lo había revelado a sus apóstoles y a los profetas del NT por su Espíritu. Decir que los doce apóstoles comprendieron el misterio de la iglesia es negar estas palabras inspiradas que escribió Pablo. Incluso Pedro tuvo que tener un anuncio especial del cielo en Hechos 10 antes de poder ir a los gentiles. La verdad de un cuerpo le fue dada a Pablo y su significación penetró gradualmente en la iglesia naciente.
“Incalculables riquezas” en el versículo 8 quiere decir literalmente “riquezas que no se pueden rastrear.” No se puede rastrear el misterio de un cuerpo en las Escrituras del AT; este fu un misterio escondido en Cristo. En los versículos 9-10 tenemos un misterio dual:
A Pablo se le da a conocer la “dispensasión” (“comunión” es la misma palabra como en el v. 2) del misterio a los hombres; la iglesia revela la sabiduría de Dios a los seres angélicos (principados y potestades; véase 6:12). ¡Los ángeles aprenden respecto a la gracia de Dios mediante la iglesia! (Véase 1 Pedro 1:10-12).
Satanás llevó a Cristo a la cruz, y al hacerlo así ¡SELLÓ SU PROPIA RUINA! Es trágico ver hoy pastores e iglesias que deambulan sin rumbo ni meta porque no comprenden el propósito de Dios en la iglesia en esta edad. Si pudieran salir de Hechos 1—6 a Efesios y Colosenses, no estarían desperdiciando tiempo, talento y dinero.
. La intercesión de Pablo por los santos (3:13-21)
Usted recordará que las dos oraciones que constan en Efesios (aquí y en 1:15-23) se complementan una a la otra. La primera oración pide iluminación, la segunda pide capacitación.
Pablo quiere que ellos aprendan lo que tienen, y que luego pongan en práctica lo que han aprendido. Pablo ora por la familia de Dios en el cielo y en la tierra, porque allí es donde está la familia de Dios; nadie está “bajo la tierra” (véase Filipenses 2:10). Esto quiere decir que no hay purgatorio alguno, ¡ni escape alguno del infierno!
Pablo pide en oración que el hombre interior pueda conocer la fuerza espiritual. ¡Con cuanto descuido tratamos al hombre interior! El Santo Espíritu nos da poder por dentro mediante la palabra de Dios y la oración.
En los versículos 20-21 Pablo recalca que conforme oramos el Espíritu de Dios obra en nosotros; y en 1 Tesalonicenses 2:12 (junto con Colosenses 3:16) enseña que Dios nos da poder mediante su palabra. Los primeros santos se entregaron “a la oración y a la palabra de Dios” (Hechos 6.4) y Dios obró poderosamente en ellos y por medio de ellos.
Pablo quiere que Cristo “se sienta en casa” (more) en sus corazones. Por supuesto, Cristo mora en el corazón de todo verdadero creyente, pero no todo corazón es un hogar cómodo para él. A Cristo le encantaba ir a Betania debido a que los amigos que tenía allí lo querían, se alimentaban en Su palabra y le servían.
Cuando cristo vino a la tierra para hablarle a Abraham, en Génesis 18, envió a dos ángeles por delante para que visitaran a Lot (Génesis 19), porque no podía sentirse en casa en la vivienda de un creyente mundano. ¿Se siente Cristo en casa en nuestros corazones?
Cristo se siente en casa en nuestros corazones cuando allí hay fe y amor. “Arraigados” sugiere una posición firme, un hábito de fe y amor. Demasiados creyentes quieren los frutos del Espíritu sin estar arraigados en las cosas espirituales.
“Comprender” en el versículo 18 debería decir “captar, echar mano de.” Pablo ya ha orado que ellos puedan comprender, ahora ora y pide que ellos puedan echar mano por sí mismos de estas maravillosas bendiciones. Por fe podemos apropiarnos de las promesas de Dios.
Pablo quiere especialmente que ellos puedan echar mano del inmensurable amor de Dios, amor que llena todo. Demasiados creyentes piensan de Dios como un Juez colérico o Maestro riguroso en lugar de cómo un Padre amante.
“Llenos de la plenitud de Dios” (v. 19); este se el propósito último de Dios para nuestras vidas. Lea con toda atención Juan 1:16 y Colosenses 2:9-10. “ustedes han recibido esa plenitud,” dice Colosenses 2:10. Vivimos como pobres ¡siendo que Dios nos ha dado su plenitud! Una vida vacía es desilusionante y peligrosa; si el Espíritu de Dios no nos llena, entonces el espíritu de desobediencia (2:2) hace su obra y caemos en pecado.
Los versículos 20-21 son una bendición emocionante, que concluye esta primera sección de la carta. ¡Dios obra en nosotros! ¡Dios obra por medio de nosotros! ¡Dios se glorifica en nosotros! ¡Qué salvación más maravillosa que tenemos! Este poder obra en nosotros cuando le abrimos el corazón a Cristo, cultivamos esta comunión permanente, oramos y nos sometemos a la palabra.
No hay razón para que el creyente ande “con los ánimos por los suelos” cuando está sentado con Cristo (2:6) ¡y lleno de la plenitud de Dios”!
Al concluir esta primera sección sería útil notar las posturas de Pablo, porque esto nos indica el secreto de la bendición divina. Pablo está sentado con Cristo (2:6), está edificado en Cristo (2:20) y dobla sus rodillas (3:14). Eso es lo que le permitía andar (4:1), crecer (4:15) y estar firme contra Satanás (6:14ss). ¡Nuestra posición espiritual en Cristo hace posible nuestra victoria aquí en la tierra!