Sabiduría y Paz

Sabiduría y paz van de la mano en la vida del creyente que confía en Dios. La verdadera sabiduría no proviene solo del conocimiento humano, sino del temor del Señor.

Sabiduría y paz son frutos de una vida rendida a Cristo. El mundo ofrece soluciones temporales y una paz efímera, pero la paz que Dios nos da es inquebrantable, aun en medio de las tormentas. Cuando aplicamos la sabiduría de Su Palabra, aprendemos a descansar en Sus promesas, confiando en que Él obra para nuestro bien en todo momento.

“Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.” Proverbios 9:10

Cuando la promesa ha crecido en el terreno fértil de un corazón lleno de fe y ha llegado el momento de su maduración, se cumplirá.

Será un resultado directo de la presencia de Dios. No será por el poder o la fuerza humana, sino por el Espíritu del Señor (ver Zacarías 4:6). El salmista David dijo: “Mis tiempos están en Tus manos” (Salmo 31:15a).

Descansar en Dios

Para mí, hay una sensación de tranquilidad que proviene de descansar en el Señor. Su designio para nosotros está predeterminado. Hay una paz que surge de saber que Dios nos ha incluido en Su plan, incluso en los detalles.

Recuerdo que, cuando era muy pequeño, seguía de cerca a mi madre, una educadora en el sistema de escuelas públicas. A menudo la invitaban a hablar en almuerzos y banquetes. Su sororidad atraía a mujeres exitosas que habían logrado éxitos académicos y sociológicos.

Eran el tipo de mujeres que extendían sus dedos meñiques al beber té de tazas y platillos de porcelana. Estas damas matronales de la década de 1960 se enorgullecían de ser elegantes y distinguidas.

Después de que las festividades habían terminado y estábamos saliendo de lo que recuerdo como una atmósfera bastante sofocante, le dije a mi madre: “Hoy viajo contigo y te escucho mientras hablas, pero llegará el momento en que tú viajarás conmigo y yo hablaré”.

Lo extraño fue que esta declaración profética salió de la boca de un pequeño travieso de seis años que, aunque muy precoz, era un niño común que algún día tendría un encuentro sobrenatural con Dios.

No sé cómo a esa temprana edad supe que tenía una cita con el destino, pero de alguna manera sentí que Dios tenía un propósito para mi vida.

Predestinados a cumplir ciertas cosas para el Señor

Creo firmemente que todos estamos predestinados a cumplir ciertas cosas para el Señor. En algún lugar de los recovecos de tu mente debería haber un conocimiento interior que te dirija hacia un fin esperado.

Para mí, es esta conciencia la que me permite levantarme de la cama y seguir luchando por sobrevivir. Debes ser el tipo de persona tenaz que puede hablarle al enemigo y decirle: “Mi vida no puede terminar sin que ciertas cosas se cumplan. ¡No se acaba hasta que Dios diga que se acabó!”.

TD Jakes