Título: Ciertamente la alabanza de David es la mejor alabanza, porque es la de un hombre de experiencia, de sinceridad, de calma y de intenso fervor en el corazón.
División: Nos hallamos ahora en los «Aleluyas». El resto de nuestro camino transcurre por 105 montes deleitosos. Todo es alabanza al final del libro. La clave es aguda; la música son címbalos que retiñen. ¡Oh si tuviéramos el corazón lleno de gratitud gozosa, para poder correr, saltar y glorificar a Dios como hacen estos Salmos! C. H. S.
Tema: Este es un cántico notable. En él se celebran la grandeza y la bondad condescendiente del Señor. El Dios de Israel es presentado en la peculiaridad de su gloria como cuidando de los afligidos, los insignificantes, los olvidados.
Este cántico es uno e indivisible. Parece casi imposible exponerlo en detalle, porque un poema vivo no puede ser disecado verso tras verso. Es un cántico sobre la naturaleza y la gracia. Como un relámpago cruza el espacio y su resplandor envuelve cielo y tierra en un ropaje de gloria, así la adoración del Señor en este Salmo ilumina todo el universo y hace que resplandezca con el fulgor de la alabanza.
Este es un «nuevo cántico», evidentemente a propósito para la nueva creación y los hombres que tienen un nuevo corazón. Es el cántico que puede ser cantado a la venida del Señor, cuando la nueva dispensación derribe a los inicuos y honre a todos los santos.
Hemos llegado a la última cumbre de esta cordillera de los Salmos. Se eleva a gran altura en el claro azul del cielo, y sus laderas están bañadas por la luz del sol del mundo eterno de la adoración. Es un éxtasis. El poeta profeta está lleno de inspiración y de entusiasmo. No discute, no explica, no enseña, sino que prorrumpe en «¡Alabad a Dios! ¡Alabad a Dios!» C. H. S.
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