Santificando al Señor

UNA RELIGIÓN DEL CORAZÓN. Obsérvese el énfasis que se le da aquí a una religión del corazón. Es algo que debe tener lugar en los corazones del pueblo de Dios




Santificando al Señor. Bosquejos Bíblicos para Predicar 1 Pedro 3:11-17

UNA RELIGIÓN DEL CORAZÓN. Obsérvese el énfasis que se le da aquí a una religión del corazón. Es algo que debe tener lugar en los corazones del pueblo de Dios. «Santificad al Señor Cristo en vuestros corazones» (V.M.).

EL HOMBRE, UN SANTUARIO. El corazón del cristiano, hombre o mujer, es un santuario. Es un lugar de adoración. Hay allí una gran congregación, de deseos, motivos, ambiciones, afinidades, repulsiones, pasiones, anhelos, querencias. Y también está Cristo allí.

Él debería ser el principal, el que reinase. Primero acude como Invitado, pero debería llegar a ser el supremo Amo, Señor, en el pleno sentido de esta palabra. Y éste debería ser nuestro acto deliberado: poner al Invitado en el trono de nuestro ser, pedir al Pasajero que suba al puente y que tome el mando de la nave. Pedir a nuestro Compañero que asuma el mando supremo.


I. Qué significa santificar a Cristo.
1. PONERLE APARTE DE LO COMÚN Y ORDINARIO PARA UN USO ESPECIAL. Santificar, en la Biblia, significa «poner aparte», y en consecuencia contemplar bajo una luz diferente, dejar de usar o de tratar como anteriormente. ¿Cuál es el uso común que se hace de nuestro Señor? Un escape del fuego. Primero pensamos en Él como Salvador del pecado y de la ira venidera. Él es un escape del fuego. Pero es mucho más que esto.

Debería llegar a ser todo para nosotros. Da gracias a Dios que te haya salvado del infierno, ¡pero descubre también para qué te ha salvado! Si eres creyente, Él está ya en tu corazón como Cristo. Ahora haz de Él tu Señor, Amo, Soberano.

2. ADORAR. Santificar a Cristo en tu corazón como Señor significa que le pones en el pedestal y pináculo de tu ser, y que te postras delante de Él con amor y maravilla llenos de adoración, y con reverencia y sumisión, adorándole.

3. SANTIFICAR en el sentido comúnmente entendido. Santificamos a alguien que ya es santo cuando reconocemos aquella santidad, y honramos con nuestras palabras, pensamientos y acciones, lo que reconocemos. Significa santificarlo con nuestros labios, pensamientos y servicio.

II. ¿Cuál será el resultado de tal acción por nuestra parte?
1. UNA BUENA CONCIENCIA (v. 16). ¡Qué beneficio! Una conciencia libre de ofensa para con Dios y los hombres.

2. PUREZA (v. 16) Pureza de corazón, pensamiento y vida, tan patente para nuestros perseguidores, que «sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo».

3. AUSENCIA DE TEMOR, SERENIDAD (v. 14). «No os amedrentéis por temor a ellos, ni os turbéis.» Cuando Cristo es Señor en nuestros corazones, Él calma y da estabilidad, y nos da calma y valor.

4. ATENCIÓN MENTAL (v. 15). «Estad siempre preparados», es decir, la atención mental sigue a la santificación de Cristo como Señor. La pereza mental y la incapacidad de comprender cosas espirituales es una perturbación demasiado frecuente, y que desaparecería en gran medida si hiciésemos de Cristo el Señor de nuestro ser.

5. GENTILEZA. Listos siempre para «presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que demande razón». Otro resultado maravilloso e impresionante de santificar a Cristo como Señor.





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