El Año del Jubileo

Cada cincuenta años era para Israel una fiesta memorial, El Año del Jubileo. Era una ocasión periódica señalada por Dios para el reajuste de los asuntos sociales de su pueblo. Bosquejo para predicar de Levítico 25




EL AÑO DEL JUBILEO
Bosquejo bíblico para predicar de Levítico 25
Levítico 25
Cada quincuagésimo año era para Israel una fiesta memorial. Era una ocasión periódica señalada por Dios para el reajuste de los asuntos sociales de su pueblo, y es un tipo con tono de trompeta del Evangelio de Cristo y de su poder de rectificar las relaciones del hombre con Dios y entre ellos.

El año del jubileo era el «tiempo aceptable» y el «día de salvación» para muchos en Israel. El valor de mercado de las cosas era regulado por él (vv. 15, 16).

Los tratos entre los hombres debían ser ordenados según los ordenamientos de Dios. En nuestros tiempos los negocios y el Evangelio parecen estar totalmente divorciados. Pero con todo, esta ley permanece en que el valor real de las cosas de esta vida depende de su relación con Cristo y su Evangelio. El son de la trompeta del jubileo era el son de:

I. La expiación. «El día de la expiación haréis tocar la trompeta» (v. 9). No puede haber un son gozoso para el hombre pecador aparte de la sangre expiatoria. La trompeta necesita un hombre vivo para que la toque, y ha de tener además la autoridad de Dios antes de poder dar un mensaje divino a los que oyen.

Cristo murió por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación; por ello, la gran trompeta de la expiación está siendo tocada, y su son alcanza los confines de la tierra.

II. La libertad. «Pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores» (v. 10). Sobre la base de la expiación de Cristo Dios proclama la libertad a cada cautivo. El toque de la trompeta en boca de los santos de Dios era la proclamación de estas gratas nuevas.

Esta liberación para el esclavo era inmediata y completa al oír y creer las nuevas. El son era para el oído, y el mensaje para el corazón (Lc. 4:18).

III. El perdón. «Cuando tu hermano empobrezca y se acoja a ti, tú lo ampararás» (v. 35). Incluso la deuda y la pobreza de un hombre no le impedía de gozar la gracia del jubileo, sino que lo hacía un más idóneo sujeto para ella. A los pobres es predicado el Evangelio. Cuando éramos aún pecadores Cristo murió por nosotros. Él no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a arrepentimiento.

IV. El reposo. «Año de sábado será» (v. 5). Era guardado como sábado al Señor. El Evangelio de Cristo proclama el reposo a los fatigados y cargados (Mt. 11:28). No reposo en sus obras, sino de ellas. Era el Sábado del Señor, y por ello el reposo de Dios. Era, y sigue siendo, entrar en su reposo. Reposa en el Señor (Sal. 116:7). Los que hemos creído entramos en el reposo (He. 4:1-3).

V. La abundancia. «Comeréis hasta saciaros, y habitaréis en [la tierra] con seguridad» (v. 19). ¡Qué Evangelio! Protegidos en el lugar de abundancia. Yaciendo en verdes pastos. Las inescrutables riquezas de Cristo son nuestra santa tierra prometida. Es a esta plenitud por su gracia a la que hemos sido traídos los que creemos. Todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios. No estéis ansiosos por nada. Tomad gratuitamente del agua de vida.

VI. La restauración. «Volveréis cada uno a vuestra posesión» (v. 13). Todo lo que se perdía por el fracaso o el pecado quedaba restaurado gracias el Evangelio del jubileo. Todo lo que se perdió en Adán queda restaurado en Cristo, y así lo declara el Evangelio del bienaventurado Dios. Hechos cercanos por la Sangre de Cristo. El pobre Mefiboset oyó un evangelio así y gozó de una similar restauración (2 S. 9). Él restaura mi alma. Herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús.

(Ver predica: Del Lodebar al Palacio)

VII. El amor fraternal. «No engañe ninguno a su prójimo, sino temed a vuestro Dios» (v. 17). En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros. Tenemos que amar a los indignos así como nosotros, indignos, hemos sido amados, y perdonar como hemos sido perdonados.

El siervo perdonado que agarró a su consiervo por el cuello era evidentemente lo suficientemente valiente como para tratar con él cara a cara, pero estaba totalmente carente de la gracia y compasión de su amo (Mt. 18:28). Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De gracia recibisteis, dad de gracia. Sed imitadores de Dios, como hijos amados (Ef. 5:1).






BOSQUEJOS BIBLICOS PARA PREDICAR BOSQUEJOS ORDENADOS POR LIBROS DE LA BIBLIA PREDICACIONES CRISTIANAS PREDICACIONES POR TEMAS