Necesitamos de Su Gracia para Ser Santos | Charles Spurgeon | Mensajes Cristianos
"Y haré descender la llvuvia en su tiempo; lluvias de bendición serán" - Ezequiel 34:26
Aquí hay una misericordia soberana: «Yo haré descender la lluvia en su tiempo ». ¿No es ésta una misericordia soberana y divina? ¿Quién puede decir «haré descender la lluvia », sino solo Dios?
Hay una sola voz que puede hablar a las nubes y ordenarles dar lluvia. ¿Quién envía sobre la tierra la lluvia? ¿Quién la esparce sobre la hierba? ¿No soy yo, dice el Señor? De modo que la gracia es don de Dios y, por tanto, no ha de ser creada por el hombre. Además es ésta una gracia que necesitamos.
¿Qué haría la tierra sin la lluvia? Puedes arar, sembrar tu simiente, pero ¿qué puedes hacer sin la lluvia? De igual modo es del todo necesaria la bendición divina. Hasta que Dios te conceda lluvia abundante y te envíe la salvación trabajas en vano. Además, es abundante. «Haré descender la lluvia» No dice: «Les enviaré gotas, sino lluvias». Así pasa con la gracia.
Si Dios da una bendición, la suele dar en tal medida que no hay suficiente sitio para recibirla. ¡Gracia abundante! Necesitamos esa abundancia para conservarnos humildes, ser afectos a la oración y ser santos; precisamos de gracia abundante para ser celosos, preservarnos del mal en el curso de esta vida y, por fin, para ser llevados al cielo.
No podemos estar sin ser empapados con la lluvia de la gracia. Esta gracia es también una gracia oportuna. «Haré descender la lluvia en su tiempo.» ¿Qué tiempo es éste para ti? ¿Es el de la seca? Entonces éste es el tiempo para las lluvias. «Como tus días será tu fortaleza.» Hay, por fin, una bendición variada: «Lluvias de bendición serán».
La palabra está en plural. Dios enviará toda clase de bendiciones, que van juntas como eslabones de una cadena de oro. Si Él da la gracia que convierte dará también la gracia que consuela. Él enviará «lluvias de bendiciones». ¡Oh, planta mustia, abre tus hojas y tus flores para recibir la lluvia celestial!