El rechazo en sí mismo no es una fortaleza. Nuestra reacción hacia el rechazo determina si hemos sido atrapados por él. Sólo Dios conoce la trágica cantidad de hijos suyos que por el resto de sus vidas han permitido que los continuos sentimientos de rechazo los esclavizaran.
Yo nunca diría que superar el rechazo es algo fácil; pero es posible para quien se lo proponga de corazón y mente.
La incuestionable voluntad de Dios para sus hijos, es que puedan superar el rechazo. ¿Cómo superamos el rechazo? Aplicando diariamente grandes dosis del amor de Dios a nuestro corazón herido, permitiéndole renovar nuestra mente, hasta que el rechazado piense que es aceptado.
Jesucristo nunca lo dejará ni lo abandonará. Nunca lo pondrá a un lado. Él es incapaz de decidir repentinamente que ya no lo quiere. Si usted recibió al Hijo de Dios como su Salvador, nada que haga puede lograr que Él lo rechace.
Crea lo que la Palabra de Dios dice sobre Él y sobre usted mismo. La definición suya está basada en el amor y aceptación del creador y sustentador del universo. Resulta que Él piensa que usted es digno de ser amado y preservado. Busque su propia identidad en Él.
Tuve el dolor y el gozo de observar a alguien luchar victoriosamente con el rechazo. Se trata de una hermana, que tanto ella como su esposo, eran miembros activos de una iglesia de otra ciudad. Habían estado casados por veinticinco años cuando ella se enteró que su esposo la estaba engañando.
Él no tenía un pasado de infidelidad, pero había permitido que Satanás torciera lo que en principio fue una amistad con otra mujer y que luego pasara a ser una relación ilícita.
Para empeorar las cosas, el esposo confesó con lágrimas que estaba enamorado de la otra mujer. Mi amiga quedó devastada, no sólo por días sino por meses. Su esposo estaba de acuerdo en no solicitar el divorcio, pero no en dejar de verse con la otra mujer. El matrimonio parecía no tener más esperanzas.
Mi amiga se entregó por completo a Jesucristo, y a la lectura de la palabra de Dios porque de acuerdo con su propia expresión, Él era su única alternativa de supervivencia.
Ella era creyente desde joven y había servido en su iglesia fielmente, pero nunca se había visto obligada a vivir y sentir la palabra de Dios a tal punto. La transformación de su vida se llevó a cabo ante mis propios ojos. Parecía como que Dios hubiera abierto su Palabra como el Mar Rojo, para que ella atravesara por tierra seca la gran inundación de dolor.
En el transcurso de los siguientes cuatro años, este hombre vio tal entereza interna y belleza espiritual en su esposa, que se enamoró de ella nuevamente. Cualquiera de los dos le dirían que hoy tienen un matrimonio como nunca antes habían tenido.
No estoy sugiriendo que si cada esposa rechazada hace lo mismo obtendrá siempre los mismos resultados. Ambas partes deben a la larga estar dispuestas y ser pacientes para dejar que Dios obre el milagro de sanidad y perdón.
Lo que sugiero sin embargo, es que la persona rechazada que se vuelve por completo a Dios y a su palabra, puede encontrar una gloriosa restauración y aceptación en Cristo, no importa cuál sea el final de la historia. Independientemente del tipo de rechazo que usted haya sufrido, deseo que estas oraciones, basadas en las Escrituras sean usadas por Dios para fortalecerle en gran forma.
Señor Jesús, tú viniste y anunciaste buenas nuevas de paz a aquellos que estábamos lejos y a los que estaban cerca, porque por medio tuyo, Jesús, los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no somos extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, contigo Jesús, como la principal piedra del ángulo.
En ti todo el edificio bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. Y en ti, nosotros también somos edificados para morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2:17-22)
Dios quiso que usted fuera de Él. ¡Quiso! No es que sencillamente le tuvo lástima. Él no tenía ninguna obligación para con usted. Lo escogió porque se agrada de usted. No se suponía que debía vivir la vida a tientas. Se suponía que florecería en el amor y la aceptación del Todopoderoso Jehová.
Te agradezco, mi Dios porque siempre me llevas en triunfo en Cristo Jesús, y deseas manifestar por medio mío el olor de tu conocimiento. Porque para ti soy olor grato de Cristo en los que se salvan y en los que se pierden (“ Corintios 2:14-15).
Señor Dios, gracias por tu Palabra que me asegura que no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús, porque en Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me liberó de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2).
Tú no quitarás de mí tu misericordia. Nunca falsearás tu verdad, oh Señor. Tu nunca olvidarás tu pacto ni mudarás lo que ha salido de tus labios (Salmo 89:33-34).
Cuánto te agradezco Señor, porque tienes el poder de convertir la maldición en bendición para mí, porque tú, Señor mi Dios, me amas (Deuteronomio 23:5).
Este artículo ha sido tomado del libro:
Orando la palabra de Dios
por Beth Moore