Llegó sin previo aviso. Me encontraba en el trabajo cuando se me ocurrió mirar por la ventana; el hermoso cielo azul que había admirado hacía unos minutos ahora estaba lleno de una nubes negras que no auguraban nada bueno.
En un instante más comenzó a llover a cántaros y, a continuación, un feroz viento hizo su aparición doblando a los árboles hasta un ángulo que parecía imposible. Entonces chilló la sirena de tornados. Salimos como pudimos de los escritorios y buscamos refugio; muchos nos acurrucamos debajo de un hueco de la escalera de concreto que estaba en el sótano.
La radio confirmó nuestro mayor temor: el tornado se dirigía hacia nosotros.
Mientras las ráfagas de viento de más de 190 km/h rompían vidrios y hacían temblar las paredes, varios de nosotros nos pusimos a orar. Pensé en mi familia y oré para que estuvieran a salvo (más tarde descubrí que el tornado pasó a menos de tres cuadras de nuestra casa). Luego de cinco angustiosos minutos, el viento cedió y el sol volvió a brillar.
¡Sobrevivimos! Gracias a Dios, nadie se hirió.
Salí para ver los daños. El tornado tocó suelo a solo ciento sesenta metros arrancando varios pinos enormes antes de saltar por encima de nuestro edificio de oficinas y arrancar de raíz más pinos inmensos. Me sorprendió ver que las raíces de los árboles arrancados no eran tan grandes. Luego, no lejos de allí, ví un antiguo y majestuoso roble que parecía casi intacto. Solo tenía algunas ramas rotas.
Tiempo después me enteré que los pinos en nuestra región tienen un sistema de raíces superficiales, de ahí que muchas de esas imponentes bellezas verdes se convirtieran en leña. Sin embargo, el sistema de raíces de un roble se sumerge a lo profundo de la tierra y esto le permite resistir incluso la furia de un tornado.
Hunde tus raíces
Las raíces fueron el elemento decisivo. ¿Qué clase de sistema de raíces espirituales necesita una familia cristiana saludable? Si queremos llevar adelante un liderazgo inconmovible en la familia, esa de fortaleza que resiste a los tornados de la vida, necesitamos raíces espirituales como las del roble. La mejor manera de asegurar la presencia de raíces tan profundas es cerciorarse antes de que los padres se estén convirtiendo en “robles de justicia” (Isaías 61:3).
Mencionaremos tres actividades básicas, aunque no es menos cierto que existen más. Si tan solo priorizaras estas tres, desarrollarás un sistema de raíces que resistirán las tormentas de la vida y te convertirán a ti y a tu cónyuge en líderes firmes de su familia.
Una experiencia personal diaria con Jesucristo
Para que crezcas y llegues a ser todo lo que Dios tenía en mente al crearte, debes someterte a Jesucristo como señor, amo y autor de tu vida. La travesía espiritual de seguirle no consiste en una lista de cosas que debemos hacer y que no debemos hacer, sino más bien en un encuentro momento a momento con Jesús. El crecimiento tiene lugar en nuestras vidas en la medida que nos sometemos a Él, que caminamos con Él por fe y le obedecemos.
Lo que sigue no es una lista de control, sino más bien son disciplinas espirituales de probada eficacia que nos ayudan a crecer como seguidores de Cristo. Tú decidirás de qué manera vas a ponerlas en práctica, pero si lo haces, estos puntos básicos transformarán con el tiempo a un “bebé cristiano” en un seguidor de Cristo maduro.
Oración: Una buena comunicación es la clave para cualquier relación floreciente.
Estudio bíblico: La Escritura es el manual del fabricante para nuestra vida cristiana.
Adoración: Se nos manda que adoremos a Dios de manera individual y colectiva.
Dar y servir: Somos mayordomos de muchos recursos personales, materiales y financieros.
Comunión: No desaproveches el inmenso beneficio de ser cristiano: una conexión dentro del cuerpo de Cristo.
Testimonio: Tenemos la tarea de actuar en nombre de Jesús para reconciliar al perdido con Dios.
Verdaderos amigos
Por lo general, el crecimiento espiritual tiene lugar en el contexto de las relaciones. Todos necesitamos tener a alguien cerca, no solo para disfrutar de la amistad y la comunión, sino también para cosechar los beneficios de rendirle cuentas a esa persona.
Vida auténtica
La verdadera vida comienza en el hogar. El lugar en el que es más difícil ser un seguidor de Cristo diario y constante es la propia casa. Cuando estás en casa, rodeado de un cónyuge que te conoce bien y de varios discipulitos que observan con mucha atención cada una de las palabras y cada uno de tus movimientos, es difícil mantener una fachada durante mucho tiempo.
Y no debieras hacerlo. Si tienes una relación vital con Jesucristo, manifiéstala viviendo de la manera más sincera y consecuente posible. Dios se ocupará del resto.
Invierte el tiempo y la energía necesarios para ser como “un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor. En época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto”. (Jeremías 17:8)
¿No es eso lo que todos buscamos? Deseamos una familia de “árboles” fructíferos que florezcan pase lo que pase.
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Este artículo ha sido tomado del libro:
Diez secretos para desarrollar una familia fuerte
por Dennis y Bárbara Rainey
Editorial Unilit