Ponga a Dios en el lugar primordial de su matrimonio y acuérdese de mantenerlo en ese lugar de honor.
1. No amarás a ninguna otra persona más que a mí
Solo Dios debe recibir más amor de tu parte que yo. Mediante los votos matrimoniales, me he convertido en la persona más importante en tu vida por encima de padres, hijos, compañeros de trabajo y amigos.
Por consiguiente, espero que me ames de todo corazón y que cuides que no haya nadie que se interponga entre nosotros. Por favor, no tomes nunca mi posición para darla a otra persona. No podrá soportar nunca la vergüenza ni el vacío.
2. No tendrás fantasías ni soñarás despierto con otros amantes.
Esto significa que no habrá revistas, libros, películas o espectáculos pornográficos, porque la infidelidad comienza en la mente. Enfoca tus pensamientos románticos sólo en mí. ¿Recuerdas lo atractivos que éramos el uno para el otro cuando comenzamos a salir juntos? Podemos mantener viva esa llama mediante la disciplina adecuada de nuestras mentes. Si tú piensas en mí y yo en ti, nuestro romance seguirá el rumbo que le fijó Dios.
3. No hablarás de mí de modo despectivo.
Alábame y dame cumplidos con toda libertad tanto en público como en privado. No me critiques nunca frente a otras personas. Aplícame todos los adjetivos que sean cariñosos y amables; pero, por favor, no me insultes.
4. Recordarás nuestro aniversario y otros días especiales y planificarás como celebrarlos.
Si no sabes cuáles son otros días especiales, déjame que te dé ciertos indicios. Son la Navidad, mi cumpleaños, el día de los padres, el día de los enamorados y el día de las madres.
Puedes añadir unos cuantos más, si así lo deseas. El celebrar días ordinarios de modo especial (cuando no lo espere) hará que sienta amado (o amada). Mándame una tarjeta o pon una nota bajo mi almohada, llámame al trabajo, sorpréndeme con flores o invítame a cenar.
Lo que hagas no tiene que ser exclusivo. Basta que me hagas saber que te importo. Esas expresiones de amor requieren planeación, por lo que vale la pena marcar el calendario desde ahora. No quiero tener que lanzarte insinuaciones cuando se acerca la fecha de mi cumpleaños.
5. Honrarás a tu padre y a tu madre; pero no permitirás que se interpongan entre nosotros.
Queremos respetarlos, pedirles consejos e incluirnos en nuestro círculo familiar. Además, si uno de los progenitores es viudo o viuda, queremos hacer todo lo posible para que sienta que lo (o la) amamos. Sin embargo, recordemos que cuando se trata de establecer normas que afecten nuestro matrimonio y a nuestra familia, las decisiones que tomemos deberán ser exclusivamente nuestras.
6. No matarás los intentos que hago para demostrarte que te amo.
Cuando alargo los brazos para abrazarte, es mi modo de decir que te necesito y que deseo contacto físico contigo. Por favor, no te alejes de mí, no me ignores, no te apartes o digas: ¡No me toques! De ese modo puedes acabar con mi espíritu y destruir el amor que compartimos.
7. No adulterarás.
En los votos matrimoniales que intercambiamos, te comprometiste a serme fiel en lo sexual “hasta que la muerte nos separe”. Por lo que me consta, tu compromiso lo adquiriste sin reservas. Como consecuencia de ello, mi confianza en ti es completa. Este lazo sagrado que nos une me libera de preocupaciones indebidas cuando no estamos juntos; una bendición por la que doy gracias. Quiero que sepas lo mucho que atesoro esta confianza que nos tenemos el uno al otro y que deseo contar siempre con tu amor constante y tu fidelidad inquebrantable.
8. No me privarás del privilegio de gozar comunión profunda contigo.
Debido a que te amo, deseo compartir tus sueños, temores, aspiraciones y preguntas respecto a la vida. Por consiguiente, no te pases demasiado tiempo de compras, leyendo o viendo televisión. Reserva cierto tiempo para hablar conmigo de muchas cosas. Al conversar ahora sobre temas importantes, estaremos contribuyendo de modo considerable al tipo de relación que compartiremos en el futuro. Debemos recordar continuamente que el matrimonio es mucho más que la cercanía física. Tiene que ser también una unión de mentes, personalidades y espíritus.
9. No me mientas.
Necesito tener la seguridad de que te muestras abierto y sincero conmigo en todo momento, porque mi confianza en ti se basa en tu franqueza. Así pues, no me engañes, no me desorientes ni me digas verdades a medias ni pequeñas mentiras “blancas”. Si descubro que lo que me estás diciendo no es necesariamente la verdad, ¿cómo sabré cuándo puedo creerte?
¿Cómo sabré qué declaraciones descartar y cuáles aceptar? ¡Deseo poder confiar en todas y cada una de las palabras que salen de tu boca! Por eso, no me digas nada que no sea la verdad.
10. No codiciarás cónyuge, relación o situación ajena.
Soy todo lo que necesitas. Dios me designó tal y como soy con el fin de ajustarme a tu vida. No te hagas esperanzas respecto a mí que me sean imposibles satisfacer. Y no me compares con otras personas en aspecto, personalidad, brillantez para los negocios, posición social o madurez espiritual. Gocemos lo que nos ha dado Dios y formemos juntos un matrimonio fuerte para la gloria del Señor.
Recuerde las palabras tomadas del servicio religioso: “Lo que Dios une, no lo separe el hombre.” En el mundo en que vivimos, hay muchísimos factores que pueden llegar a ser una amenaza para su matrimonio. Asegúrese de no ser usted uno de ellos.
El mejor consejo que podemos darle, al final, es: Ponga a Dios en el lugar primordial de su matrimonio y acuérdese de mantenerlo en ese lugar de honor. Puesto que fue El quien los unió, tiene también poder para perfeccionar su unión. No obstaculice sus esfuerzos debido a sus propios deseos egoístas. ¡Entréguese, ceda y ame!
Tomado del libro: Cómo tener éxito en su matrimonio