¿Qué animo puede ofrecerme?
Ya es hora de que trates de hacerte amiga de ti misma ¿no? ¿No te basta con los quebraderos de cabeza de la vida sin tener que añadir el dar con la cabeza contra la pared de la inadecuación, año tras año?
Si tuviera que dibujar una ilustración que representara a los millones de adultos que, como tú, viven con una autoestimación pobre, lo haría con la figura de un caminante cansado, que arrastra una larga cadena, cuyos eslabones son las innumerables humillaciones, fracasos, sofocos y rechazos que ha sufrido en el pasado.
Este caminante podría soltar la cadena y quedar libre de la carga que le abruma y agota, pero por alguna razón incomprensible está convencido de que debe arrastrarla toda la vida. Sigue avanzando, redoblando sus refuerzos.
Puedes librarte del peso de la cadena sólo con que la sueltes, aunque esto no sea fácil de hacer. Tu inferioridad está basada en una distorsión de la realidad vista con los ojos infantiles. Los estándares con los cuales te has medido son cambiantes y volubles.
El doctor Maxwell Maltz, que hace cirugía plástica, y fue coautor del libro Psicocibernética, dice que le visitaban pacientes, en 1920, que le pedían que les redujera el tamaño de las mamas. Hoy le piden que inyecte en ellas silicona. Estos valores son volubles. En el Cantar de los Cantares de Salomón, el esposo le pide a la esposa que no mire su piel bronceada debido al sol. Hoy día, este joven sería el rey de la playa.
Las mujeres modernas procuran perder unos kilos, pues consideran que la afean; Rembrandt se dedicaba a pintar modelos gordezuelas, que hoy llamaríamos del peso fuerte. Todo esto son falsos valores. El valor personal no depende realmente de las opiniones de los otros valores temporales, fluctuantes, que representan. Cuanto antes aceptes los valores trascendentales del ser humano, más pronto te reconciliarás contigo mismo. Tiene razón el que dijo: “El espacio que hemos de ganar primero es el interior”.
Tomado del libro: Enciclopedia de problemas familiares.
Editorial: Clie