Antecedentes
Se ha dicho que los seres humanos son criaturas de hábitos. Muchas de nuestras prácticas se vuelven automáticas y, con frecuencia, ni siquiera estamos conscientes de que hacemos ciertas cosas o que las realizamos de modos específicos.
El encabezado de “Malos hábitos” cubre una gama muy amplia de conductas negativas y podrían definirse como todo lo que inhibe el crecimiento cristiano u ofende a otros.
Podemos estar hablando de los llamados pecados del espíritu, tales como la envidia, los celos, la malicia, las murmuraciones, las mentiras, las críticas contra otros, el egoísmo, la impaciencia, las querellas, la morosidad, etc.
O bien, podemos referirnos a los actos compulsivos tales como los de comer, beber, gastar dinero, leer y ver pornografía, trabajar en exceso, las fantasías y los pensamientos malos, la masturbación, las maledicencias, etc.
El tema de los malos hábitos adquiere una importancia especial en vista de la exigencia bíblica de que los cristianos “anden en novedad de vida” (Romanos 6:4).
Al entregarnos al Señor, pidiéndole que examine nuestros corazones y nos revele lo que le desagrada (Salmo 139:23,24), comenzaremos a ver muchas cosas feas que es preciso que corrijamos.
Lo más importante que es preciso recordar respecto a los malos hábitos es que desagradan a Dios y, con Su ayuda, se pueden abandonar, reemplazándolos con otras alternativas más correctas.
Ninguno de nosotros es inmune al cambio. El evangelio se especializa en las transformaciones (2 Corintios 5:17). Sabemos que Dios puede obrar en nuestras vidas, con el fin de ajustar nuestra conducta a lo que le complace.
“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).
Billy Graham comentó: “La fortaleza para nuestras conquistas y victorias la tomamos continuamente de Cristo”. El cristiano posee ahora recursos para vivir muy por encima del mundo. La Biblia enseña que cualquiera que es nacido de Dios no practica el pecado”.
Estrategia de asesoramiento
1. Alaben a su interlocutor por sentirse suficientemente interesado en su vida espiritual como para buscar soluciones para los problemas relacionados con los malos hábitos.
El cambio es posible para todas las personas, sin tomar en cuenta la edad u otras limitaciones. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). La ayuda del Señor y la perspectiva de romper las cadenas de la vida egoísta deberán proporcionar suficiente motivación para obtener la victoria final.
2. Pregúntenle a su interlocutor si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador personal.
Se puede suponer que una persona que hace preguntas sobre cómo vencer sus malos hábitos será cristiana; pero no lo den por sentado. ¿Confía en haber experimentado la relación permanente con Cristo que proporcionará el poder prometido por Dios para que se realice el cambio?
3. Recomiéndenle que se enfrente en forma específica a su o sus malos hábitos (pecados)
Es necesario identificar los aspectos que requieren un cambio.
Se trata de un reto al que es preciso enfrentarse en forma realista, porque los hábitos son difíciles de romper. No se pueden eliminar simplemente con “buenos deseos”.
El uso de frases piadosas tiene pocos efectos positivos. Es preciso actuar, hacer un esfuerzo. El Apóstol Pablo subrayó esto con claridad, al decir: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). Las curas no son instantáneas ni fáciles.
4. Animen a su interlocutor a que confiese sus malos hábitos al Señor, como pecados, y a que busque el perdón.
Al mismo tiempo, anímele a que adquiera con Dios el compromiso de esforzarse para obtener la victoria. Una entrega definitiva en un momento y en un lugar dado, preparará el escenario para que se produzca el cambio. Adopte una posición firme, sea vencedor de obstáculos (véase la declaración de Josué, en Josué 24:15).
5. Indíquenle a esa persona que los malos hábitos se pueden dejar atrás mediante la puesta en práctica del principio de reemplazamiento o intercambio.
El Apóstol Pablo nos habla del principio de “despojo del viejo hombre” y “revestimiento con el nuevo”.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
Esto nos lo podemos representar en el sentido de quitarnos una ropa sucia y cambiarla por otra limpia. Pablo ilustra este principio como sigue: “Por los cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo…” (Efesios 2:25), y el que hurtaba, no hurte más, sino trabaje…” (Efesios 4:28).
El aprenderse de memoria versículos de la Biblia puede ser una gran ayuda para “despojarse del viejo hombre” y “revestirse con el nuevo”. Para un cristiano angustiado por su inclinación a maldecir y usar malas palabras, será útil un pasaje como el que sigue:
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29).
En otros momentos, se puede usar alguna frase de alabanza, como las de los Salmos 24 o 103. ¡Asegúrenle a su interlocutor que hay una alternativa espiritual para cada mal hábito que se deseche!
6. Indíquele que la lectura y el estudio diario de la Biblia, el aprendizaje de memoria de versículos de las Escrituras y la oración tienen un gran valor.
Cuando los pensamientos de Dios invaden nuestras mentes, las cosas deberán comenzar a cambiar.
7. Recomiéndenle a esa persona que establezca algún lazo con otro cristiano para compartir mutuamente sus problemas, sus oraciones y sus triunfos. Este tipo de “sistema de compañerismo” ha sido muy útil para muchas personas.
8. Recomiéndenle que busque oportunidades para servir a Cristo. Cuando comenzamos a compartir con otros nuestro propio yo, nuestras experiencias, los frutos de nuestro estudio de la Biblia y nuestras victorias personales, nos “fortalecemos en el hombre interior”.
9. Si su interlocutor no es todavía miembro de una iglesia que enseñe las doctrinas bíblicas, deberá establecer esa relación. Esto le dará la oportunidad de tener compañerismo con otros cristianos, orar, estudiar la Biblia y servir al Señor.
10. Anímenlo para que escoja uno de sus malos hábitos para superarlo y a que se fije alguna meta inmediata a ese respecto.
11. Oren con su interlocutor para que pueda triunfar sobre su mal hábito, para la gloria de Dios.
Citas bíblicas
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:7,8).
“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11)
“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia (Romanos 6:11-14).
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).
“Y decía a todos: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame (Lucas 9:23).
“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad… Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:13-15)
Jeremías 17:9,10
Gálatas 2:20
2 Timoteo 2:15.
Tomado del Libro: Manual para obreros cristianos.