Fue a través de una Convención Internacional de Arte Callejero que se celebraba en una bonita zona turística.
Vi a cientos de jóvenes con las ondas más locas posibles, aritos por todas partes, rastas, tatoos a full, pelos de colores, etc. También notamos que algunos de ellos estaban practicando malabares y otras artes. Nos enteramos, también, que había oradores de diferentes lugares del mundo.
Allí empecé a darme cuenta que el arte callejero era mucho más que un breve número artístico a cambio de algunas monedas. Descubrí que había toda una “filosofía” detrás del juego.
El circo en las calles
Tradicionalmente la palabra “circo” se identificaba no solo con un determinado tipo de espectáculo, sino que implicaba también una forma de vida: trapecistas, malabaristas, acróbatas, magos y payasos presentaban sus rutinas ininterrumpidamente.
Característico del circo, era también la presencia de animales; costumbre que, gracias a la conciencia ecológica, se fue perdiendo. Esta situación, sumada a las crisis económicas, dificultó a las familias mantener sus carpas, y el espectáculo del circo perdió parte de su encanto.
Sin embargo, lejos de desaparecer, el circo tomó aportes de otras disciplinas artísticas y se fue transformando.
Hoy, centros culturales, cafés, calles y plazas reemplazan a lo que antes era la tradicional carpa. También las técnicas circenses fueron incorporadas dentro de otros espectáculos y se fueron fusionando, por ejemplo, con danza, teatro u otras artes.
Malabarismo y equilibrio
El malabarismo es la técnica de manipular objetos, sean bolas, aros u otros. Esta es una tradición muy antigua. En Egipto, en los tiempos del príncipe Beni Hassan (1994 a 1781 a.C.) ya se conocían mujeres que hacían malabarismo.
También se han encontrado referencias en Grecia y en China (en la dinastía Chang o Ying) donde, además de los ejercicios con las pelotas, eran famosos los equilibrios con platos que giraban sobre altos palos.
Pelotas o bolas
Son de distintos materiales: gel, siliconas, goma, esponja, acrílico, etc. Se dice que las pelotas son la base del malabarismo: si puedes hacer malabares con ellas, puedes con cualquier otro instrumento. También se dice que los egipcios hacían malabarismos con pequeñas rocas redondas, y los bufones y juglares medievales utilizaban frutas.
Golos
El golo tiene un origen muy antiguo, lo usaban tribus amazonas muy antiguas para divertirse y como medio de defensa. El golo se compone de tres piezas. La vara principal, que es un madero con forma de cintura en el centro.
Esta cintura sirve como eje de gravedad; después lo componen dos varas más chicas, con las que se les da el movimiento con las manos. También existen los golos de fuego.
Diábolo: Los historiadores creen que el diábolo nació en China, donde fue descubierto y se ha practicado por más de dos mil años. La palabra diábolo viene de la raíz griega “día”, que significa “a través de”, y “ballo” que significa “lanzar”.
Monociclo
entre las artes de dominio del equilibrio, la creación del monociclo data del siglo IX en Europa, donde ya existían las bicicletas de una rueda grande y otra pequeña atrás, lo que hacía a la gente que las manejaba balancearse atrás y adelante, y a veces quedar en tal posición que la rueda trasera ni siquiera tocaba el suelo.
Zancos
Nacen en Landas, al suroeste de Francia, en el siglo VIII. Fueron usados por pastores de ovejas, a fin de abrirse más fácilmente camino entre la vegetación para poder cuidar de lejos sus rebaños. En España los agricultores los utilizaron para alcanzar las frutas de los árboles. Ahora los zancos tienen un fin circense.
Payasos, clowns, mimos
El clown se diferencia del payaso en que “cumple muchas funciones, pero básicamente es una especie de antibiótico contra la cultura fashion y materialista. El clown debería se una reserva de ternura, de locura y de generosidad, para entregar alegría a quienes sufren de injusticia, dolor o enfermedad.
El payaso de circo trabaja sobre arquetipos del ridículo universal; por ejemplo, un tropezón o un pastelazo, mientras que el clown lo hace solo si tiene que ver con su propio personaje” –enseña el experto Daniel Berbedés.
“El mimo –agrega– no debería ser una forma de traducir palabras a través de gestos, sino el arte de expresar emociones y representar el universo a través de la totalidad del cuerpo y el alma humanos.”
La pregunta
No sé vos, pero la pregunta que me surge aquí y ahora, es: ¿por qué lo hacen? ¿Qué placer sienten al expresarse de ese modo? Quizás sea la dificultad que tiene alguien que no es artista para comprender al que sí lo es, pero me asombra el hecho de que cada vez son más los jóvenes que se vuelcan a estas artes contemporáneas –que, como vimos, no son tan nuevas sino más bien recicladas de la antigüedad–.
El comentario de Nelson González responde a mi pregunta, pues dice que “el concepto clave es sociabilizar la disciplina, en la medida que llegues a la gente; culturalmente ser un aporte. Cumple con este espíritu noble, hay una cosa de sensibilidad para dedicarse a esto”.
Creo reconocer que hay diferentes vocaciones en la vida. A unos les toca enseñar, a otros gobernar; hay quienes tienen que producir y otros disfrutan del entretener sanamente. Y en muchos de los casos esa es la gran razón, y no las monedas, detrás de esos espectáculos que duran minutos, mientras esperamos que cambie la luz del semáforo. Una simpática subcultura que necesita ser alcanzada. ¿Lo hacemos?
María José Hooft junto a su esposo sirve a Dios en la predicación y enseñanza de la Palabra, con especial orientación a los jóvenes.