Para entender cómo opera el fuego de Dios en una persona y en una nación, quiero contarles sobre el avivamiento en Argentina. Confío en que esto les permitirá comprender mejor el testimonio del fuego que cayó sobre mi vida.
Se han escrito muchos buenos libros sobre el avivamiento en la Argentina; sin embargo quiero contarles la historia de mi experiencia personal e incluir el relato de mis padres, el Rev. Alberto Scataglini y su esposa Isabel, que lo conocen de primera mano.
TOMMY HICKS LLEGA A LA ARGENTINA
El primer gran avivamiento cristiano visto en Argentina ocurrió entre 1954 y 1957, cuando el evangelista estadounidense Tommy Hicks condujo varias campañas. Durante su permanencia en Argentina, él comenzó desafiando a los pastores a que creyeran que Dios podía hacer cosas mayores, y entonces esas cosas mayores empezaron a suceder.
Durante su visita de 1954 y 1955, Hicks llenó los estadios más grandes del país. Según cuentan testigos presenciales (incluyendo a mis padres), más de 100.000 personas asistieron a algunas de estas cruzadas. Otros 'les hicieron fila fuera de los estadios sin conseguir entrar.
Yo crecí escuchando historias sobre la congestión de tránsito, las multitudes en los trenes subterráneos y los cambios de recorrido de los autobuses, debido a las enormes multitudes que asistían a estos acontecimientos históricos.
Millares de personas recibieron sanidades milagrosas y decenas de millares más recibieron salvación eterna durante estas grandes cruzadas. Por primera vez en la historia, la Sociedad Bíblica Argentina se quedó sin Biblias debido a la gran demanda que recibió.
Nací en marzo de 1957, y unos meses después Hicks volvió por última vez a la Argentina. Uno de los mayores recuerdos que mis padres guardan de ese tiempo es una fotografía de Tommy Hicks sosteniéndome en brazos, mientras me bendecía y oraba para que yo llegara a ser un siervo de Dios.
Pero a pesar de las salvaciones y las sanidades masivas experimentadas en las cruzadas, pocos años después las iglesias evangélicas de la Argentina volvieron a un sistema normal" de mantenimiento. Desde comienzos de los'60 hasta mediados de los '80, la tasa de crecimiento de la iglesia en Argentina fue una de las más bajas del mundo. Y entonces llegó Carlos Annacondia.
ANNACONDIA LLEGA A LA CIUDAD
A comienzos de los años '80, la iglesia de mi padre en La Plata, ahora llamada Puerta del Cielo y que actualmente pastoreo, comenzó a orar por una gran cosecha. El grupo de jóvenes amaneció en muchas vigilias de oración.
Durante ese tiempo la iglesia recibió una palabra profético de que venía una avalancha de gente y que debían prepararse para ella. Mi papá dijo a la congregación: "Aquellos de ustedes que llevan mucho tiempo aquí deben cuidar sus asientos, porque cuando llegue la avalancha de gente nueva no van a tener lugar para sentarse". Él no sabía lo poco que faltaba para que esas palabras se hicieran realidad.
En 1978 concluí mis estudios en el Instituto Bíblico Río de la Plata en Lomas de Zamora, Argentina, y fui a estudiar por un año al Eastern Pentecostal Bible College en Ontarlo, Canadá, donde recibí un certificado en Estudios Bíblicos Especiales. Después fui al Southern California Bible College y terminé mis estudios como Bachiller en religión. Volví a la Argentina y, unto a un hermano, fundé una iglesia en el centro de Buenos Aires.
No mucho después el hermano se fue y quedé al frente de la iglesia como su único pastor. Había pensado en una estadía de cuatro meses en Argentina, pero se convirtió en cuatro años pastoreando esa congregación en Buenos Aires y otra en La Plata, ambas anexos de la iglesia que mi padre pastoreaba.
Después de ese tiempo sentí que el Señor me guiaba a continuar mis estudios en el Fuller Theological Seminary en Pasadena, California, y volví a salir de Argentina rumbo a los Estados Unidos en la primavera de 1984. En 1986 obtuve mi maestría en teología y misiones en Fuller.
En marzo de 1984, antes de ingresar a Fuller, mi padre decidió tomar algunos días de descanso con la familia, y nos retiramos a una pequeña cabaña en las cercanías de la ciudad. Mientras estábamos allí, un pastor llamado Pablo Terechovich nos visitó para hablar con mi papá. Con urgencia en su voz le dijo: "Por favor, ¿no podría volver a la ciudad para apoyar una campaña que estamos planeando?
Quisiéramos que su iglesia estuviera involucrada".
Alberto, mi papá, preguntó: "¿Quién va a predicar?"
El pastor Pablo contestó: "Un hermano llamado Carlos Annacondia; es un evangelista".
Alberto acordó volver a la ciudad, aunque Carlos Annacondia era desconocido para muchos pastores. Mi papá estaba ansioso por reunirse con este evangelista para ver quién era y cuál era su propósito.
Cuando se reunieron, mi papá se sentó frente al evangelista y comenzó a hacerle las preguntas obvias: preguntó a Annacondia de qué iglesia venía, cuáles habían sido los comienzos de su ministerio y qué había estado haciendo Dios en su vida. Al mismo tiempo que escuchaba las respuestas de Annacondia, mi papá oraba en el espíritu y atendía lo que estaba diciendo el Espíritu Santo.
El Señor lo había planificado y El estaba Señor preparando algo totalmente nuevo para la iglesia en Argentina.
Fue entonces cuando el Espíritu Santo le dijo a Alberto: "Este es Mi siervo; Yo lo he enviado. Escucha lo que él dice". En ese mismo instante Alberto detuvo la conversación y di]'o: "Hermano Carlos, no diga más.
Venga a ministrar en la campaña; de ahora en adelante usted será como Elías, y yo seré como Elíseo. Haré todo lo que usted diga y seguiré lo que el Señor está haciendo en usted. El Señor le dio a usted la visión; mi parte es obedecer y seguirlo".
Annacondia se sintió muy incómodo - y lo expresó- de que un pastor respetado y de más edad ofreciera seguirlo a él, que tenía pocos años como cristiano; pero ésa es la manera en que el Señor lo había planificado y El estaba preparando algo totalmente nuevo para la Argentina.
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Tomado de l libro: El fuego de su Santidad
Editorial Casa Creación
Autor: Sergio Scataglini