Si te interesan esos “valores” sigue leyendo. Hay un viejo dicho que dice “Ahí donde está tu tesoro está tu corazón” y hoy viene a cuento por todo lo que estamos viviendo a consecuencia de los ataques terroristas.
A todas luces, los valores de estos terroristas son muy distintos de los nuestros. Valores como la igualdad o la libertad simplemente no existen para ellos.
Pero, me pregunto, nosotros que tenemos libertad para elegir como vivir, ¿realmente somos coherentes con nuestros valores?, ¿cuáles son nuestros valores?, ¿estamos dispuestos a vivir por nuestros valores?
En ocasiones parece que la palabra “valor” esta fuera de uso, y por tanto ya no sabemos cuáles son los nuestros. Parece que una gran parte de la sociedad se acomoda a las circunstancias y si, para progresar, hay que pasar por encima de los propios valores, se pasa y adelante. En ocasiones parece que los valores estorban, en otras, parece que existe un doble discurso: uno en el seno familiar y otro en los negocios.
Personalmente veo los valores como esas estacas que se clavan en la nieve en las expediciones polares para no perder el rumbo, y poder regresar a salvo. No son algo que limite mi actuar, al contrario, me sirven de guía y sólo yo soy capaz de elegir qué valores regirán mi vida.
Esta elección de los valores me da plena libertad, puesto que fui yo quien eligió seguir ciertos criterios de actuación. Los valores no se pueden imponer a la fuerza.
Esto, para decirlo de forma rápida, es una manifestación de fundamentalismo y es lo más contrario a la libertad personal, que sin duda es el valor mas preciado.
Dice Anthony Giddens, autor entre otros del libro Un mundo desbocado, “ninguno de nosotros tendría algo por lo que vivir si no tuviéramos algo por lo que merece la pena morir”.
Los valores forman parte integral de nuestra vida: cada mañana soy yo quien decide qué valores regirán mi vida ese día, y serán esos valores los que guíen la forma como trabajo, la forma como invierto, el modo en que mantengo mis relaciones personales, la forma como educo a mis hijos, y así sucesivamente.
Pienso que, hoy más que nunca, debemos tener claros nuestros valores para no dejarnos llevar por la corriente. Hoy necesitamos ser especialmente tolerantes y respetuosos de las diferentes formas de pensar de los demás. Hoy lo que menos necesita el mundo son posturas intransigentes e intolerantes.
Ya hemos visto lo que sucede cuando el fanatismo y la intolerancia rigen la conducta de las personas. Seamos nosotros tolerantes, respetuosos y congruentes. Eso, al final, provocara el cambio que todos deseamos.