INICIO FINANZAS PERSONALES La Administración es un Don Ted W. Engstrom 13355 Está claro que uno de los dones que Dios da a los hombres es la capacidad especial de administrar o dirigir. Un don que debemos desarrollar dinámicamente “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo” (Proverbios 11:14) Está claro que uno de los dones que Dios da a los hombres es la capacidad especial de administrar o dirigir. En la lista de dones del Espíritu que hallamos en Romanos 12, Pablo mencionó los dones de la enseñanza y la exhortación, pero también mencionó el don de la diligencia como cualidad del hombre que gobierna. El concepto de ejercicio administrativo del gobierno por parte de los líderes, de ningún modo contradice la forma orgánica establecida por los dones del Espíritu. Solo es el reconocimiento de que entre los diferentes dones tiene que haber aquellos que ayudan a las personas a trabajar juntas, al ofrecerles adecuada organización y dirección. Cuando algunos cristianos piensan en líderes como Salomón, José y otros, que estuvieron en el gobierno o en los negocios de la administración, en forma declarada o implícita, consideran que esto es de mal gusto, que es un don secundario, que parece menos importante que las demás funciones de servicio. Frecuentemente uno oye que los pastores consideran que estas áreas no son esenciales ni interesantes, y que son menos espirituales que, digamos, la predicación, la enseñanza o el consejo. La iglesia, durante siglos, comenzando con el surgimiento del monasticismo, ha establecido una aguda distinción entre lo sagrado y lo secular. Esto no es conveniente. Las personas que razonan de esta manera entienden mal un concepto bíblico significativo que establece que la función administrativa es un don espiritual muy apreciado. La palabra griega que comúnmente se tradujo "ministro" o "ministración" es hupiretis. En forma de sustantivo solo aparece unas pocas veces. Como verbo, que traduce "ministrar", aparece numerosas veces. También se traduce "servir". En griego la palabra está compuesta de hupo, que significa "debajo", y eretis, que significa “remero". Así que el concepto básico literal de la palabra es una persona que "timonea o rema un bote". Otra palabra que se usa intercambiablemente en el Nuevo Testamento es hubernisis, que también se refiere a la persona que guía un barco. El piloto de la nave no era un marino ordinario que obedecía órdenes, sino uno que era contratado por el propietario de la embarcación, junto con el resto de la tripulación, todos los cuales estaban subordinados al piloto de la nave. Por tanto, él era la persona responsable a bordo, el líder, el capitán del barco. En el pasaje que se refiere a los dones espirituales (1 Corintios 12), en el versículo 28 Pablo indicó claramente que la administración es un don específico. Kittel sobre este don dice: “Solo puede referirse a los dones específicos que capacitan a un cristiano para que sea piloto de su congregación, es decir, un verdadero director de su congregación y, con ella, de su vida. No sabemos hasta dónde llegaba el alcance de esta actividad directriz en el tiempo de Pablo. Fue un período de gran desarrollo. La importancia del timonel aumenta en el tiempo de tormenta. El ministerio de dirigir la congregación bien pudo haberse desarrollado especialmente en las emergencias, tanto las procedentes de adentro como las de afuera. La proclamación de la Palabra no era originalmente una de sus tareas. Los apóstoles, los profetas y los maestros se encargaban de esto (...) No puede existir ninguna sociedad sin alguna clase de orden y dirección. La gracia de Dios es la que da los dones que capacitan para el gobierno”. Características del don En primer lugar, el don de la administración lleva consigo la capacidad administrativa que se adquiere mediante el desarrollo del liderazgo. Cualquier líder cristiano que sea colocado en responsabilidades de dirección, y no trate de desarrollar su capacidad administrativa, sería tan insensato como el pastor que tiene el don de predicar, pero no abre un libro para preparar el sermón. En segundo lugar, en la iglesia primitiva era esencial que los predicadores y pastores escogieran a las personas que habían de llevar adelante la obra de Dios en las congregaciones locales. Por ejemplo, se escogieron diáconos para llevar la ofrenda de amor a la iglesia de Jerusalén. Si los pastores de hoy no tienen el don de la administración, deben buscar a otras personas que les alivien la carga, personas que tal vez tengan mejor discernimiento en asuntos de administración. En tercer lugar, el estilo del dirigente cristiano estará determinado por el concepto que tenga sobre la administración. Si la considera como un mal necesario, no pondrá su corazón y su alma en ella. En este caso la organización sufrirá, y a él le parecerá que la administración no es espiritual ni esencial. Si cree que es esencial, entonces su organización tendrá un crecimiento dinámico. En cuarto lugar, para que el capitán de un barco pueda hacer su trabajo a bordo, tiene que contar con la colaboración completa de toda la tripulación. ¿No hay en esto una lección fundamental que debemos aprender? El administrador tiene que poder trabajar con la gente y llevarse bien con las personas. Puede hacer esto de mejor manera si ayuda a desarrollar las capacidades de sus asociados y subordinados y, luego, al interesarse continuamente y de una manera activa y personal en los asuntos de ellos. Esta es la administración bíblica en su mejor forma. En la iglesia primitiva Dios dirigió a los apóstoles para que seleccionaran a hombres que tuvieran dones especiales para hacer frente a los problemas. Estos eran hombres laicos cuyo primer interés era el de poner el cristianismo en práctica. Los apóstoles, por tanto, bajo la dirección del Espíritu Santo, arreglaron el problema en base a un plan administrativo bien diseñado. Funciones especiales Es evidente que Dios llama a personas para funciones y ministerios específicos a fin de fortalecer el crecimiento de la iglesia. La obra de los que tenían el don administrativo está sintetizada en Efesios 4:12. A través de los esfuerzos de los líderes, los creyentes debían ser perfeccionados o preparados para el crecimiento, a fin de que con capacidad pudieran llevar hacia adelante la obra del ministerio. ¡Los líderes eran llamados "a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio"! Eran escogidos aquellos que ponían de manifiesto capacidades especiales de líderes. En conclusión, es bueno que tengamos en mente la importancia de escoger a aquellas personas que demuestran capacidades administrativas y de liderazgo, bien sea que estén practicando esos dones dentro o fuera de la iglesia institucional, y hacer cuanto podamos para mejorar y estimular su desarrollo. De esa manera serán bendecidas y colmadas las vidas de muchos hombres, los cristianos serán más útiles que nunca, y su influencia en este mundo que crece en maldad será mucho más efectiva. Tomado del libro: “Un líder no nace, se hace”, Editorial Betania. Suscríbete a nuestro Canal de Youtube para ver más mensajes!