La historia de Adán y Eva, narrada en Génesis 3, marca el comienzo del pecado en la humanidad. Dios creó a Adán y Eva y los colocó en el Huerto del Edén, un lugar perfecto lleno de abundancia. Solo les dio una restricción: no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Sin embargo, la serpiente, símbolo de engaño, tentó a Eva, convenciéndola de que al comer del fruto serían como Dios, conociendo el bien y el mal. Eva comió y ofreció a Adán, quien también desobedeció. En ese momento, sus ojos se abrieron, sintieron vergüenza y se escondieron de Dios.
Como consecuencia, Dios los confrontó y pronunció juicio: la serpiente fue maldita, Eva enfrentaría dolores en el parto y Adán tendría que trabajar arduamente para sobrevivir. Finalmente, fueron expulsados del Edén para evitar que comieran del árbol de la vida y vivieran eternamente en pecado.
Esta historia resalta la importancia de la obediencia a Dios y las consecuencias del pecado, pero también introduce la esperanza de redención futura, mostrando la misericordia divina incluso en medio del juicio.