¿Alguna vez te has preguntado que tan buen oyente eres?. ¿Eres un oyente pobre?. Esperemos que no, pero si así fuera, debiera ser la excepción, no la regla. Convertirse en un hábil escucha, provoca excelentes relaciones con la gente.
Y como todos lo sabemos; toda relación, buena o mala, tiene un impacto directo en las personas, la iglesia o la organización. Las buenas relaciones producen influencia.
La influencia es el poder que un líder posee, que le permite actuar en cualquier situación y lograr grandes resultados, porque tiene el respaldo de la gente. Esta se logra construyendo o manteniendo relaciones positivas. ¿Quién no quiere hacer esto?.
Un rasgo importante de las personas influyentes es su facilidad para escuchar y entender la perspectiva del otro. En un estudio realizado, los resultados mostraron que las habilidades interpersonales están entre las primeras, en la lista de habilidades que hacen efectivo el liderazgo.
A la gente le gusta pertenecer a un grupo, donde quienes lo dirigen, cuidan que la gente sea escuchada. ¿Cuántas oportunidades de enriquecer a un grupo se han perdido, porque alguien tomó la determinación de que la conversación terminara antes de que siquiera hubiera empezado?.
Hay líderes que aunque estén de pie ante de miles, o sólo con la compañía de unos pocos, tienen la habilidad de hablar eficazmente. Sin embargo, el acto de hablar es sólo una parte del arte dual de la comunicación, pero no la más importante, y aquí es donde muchos líderes fallan. Son hábiles para hablar, pero no para escuchar adecuadamente, que es la otra parte de este arte.
Los más grandes hombres y mujeres del mundo a lo largo de la historia, se han ganado el respeto de la gente por su habilidad de comunicación; y esta incluye hablar y escuchar. Pero escuchar también incluye toda una serie de habilidades; entre ellas, saber “leer” el tono de voz y el lenguaje no verbal de las personas
“LA LEY DEL HIELO”
Tal vez alguno de ustedes aplicó de niño o de adolescente en su grupo de amigos lo que en México le llamamos “La ley del Hielo”. Cuando esta “ley” se aplicaba a alguien debido a una conducta desagradable hacia el grupo, los demás miembros decidían mantener totalmente aislado al que debía de ser castigado.
El aislamiento hacia esa persona era total. No se le dirigía la palabra, ni la vista; y el grupo actuaba como si él o ella no existieran. Nadie le hablaba, ni nadie le respondía, sin importar lo que hiciera.
Quien en alguna ocasión haya sido expuesto a este tipo de tratamiento, probablemente experimentó todo un rango de emociones. Al principio pudo haber actuado de forma indiferente. ¡No me importa!. Ó, ¡No los necesito!.
Pero a medida que fue pasando el tiempo y el sentimiento de ser ignorado fue creciendo, los sentimientos de tristeza también empezaron a aparecer; y junto con estos, signos de hostilidad. Por un lado, para responder a la actitud de los otros; pero por el otro, tratando que esta hostilidad provocara una respuesta del grupo.
Y es que está plenamente comprobado, la compañía de otros es una de las necesidades más básicas de los individuos, y un vehículo para lograr comunicación.
¿QUÉ HACE A UN COMUNICADOR EFECTIVO?
Es fácil reconocer a los buenos comunicadores; y mucho más fácil a los que no lo son. Pero, ¿Cuáles son las características que distinguen a los buenos de los que no lo son?. Los expertos están de acuerdo que ser competente en la comunicación es tener la habilidad de conseguir lo que estás buscando de otros, de una manera que mantenga la relación en términos que son aceptables tanto para uno, como para el otro.
No existe una forma “ideal” de comunicarse, y la propia experiencia puede mostrar que existen diferentes estilos de comunicación que pueden ser efectivos. Algunos exitosos comunicadores son muy serios, mientras que otros tienen un gran humor. Algunos son más directos para decir las cosas, mientras que otros son muy diplomáticos.
Lo anterior quiere decir que a lo largo de las relaciones, las bromas que a unos pueden caer bien, a otros los pueden ofender; y lo mismo sucede cuando se dicen las cosas. Mientras a unos le gusta que les hablen directo y sin rodeos, con otros se requiere de mayor tacto.
Pero cualquiera que sea el caso, lo que es real, es que el que comunica algo, debe tener la habilidad de percibir la respuesta de la gente; y es aquí donde entra en juego la parte más importante de la comunicación.
SABER ESCUCHAR
Tener el don de la comunicación empieza por saber escuchar. Desgraciadamente, desarrollar habilidades para ser un buen escucha, a menudo, se pasa por alto; o peor aún, ni siquiera se toma en cuenta. Este fue el caso de Roboam
Todos hemos visto anuncios publicitarios de escuelas que enseñan acerca de “El arte de hablar en público”. Muchos de nosotros, posiblemente, en alguna ocasión tomamos algunas clases sobre esto. El curso bien se pudo haber llamado: “Los 101 secretos para hablar de manera efectiva”.
Pero, ¿Cuántos cursos hay que ofrezcan aprender a escuchar?. Incluso, pocos libros hay de cómo se puede mejorar las habilidades para escuchar. Esta habilidad, es la más importante dentro del proceso de comunicación.
¿Recuerdas alguna vez en que te diste cuenta con toda seguridad que alguien realmente estaba escuchándote?. ¿Cuándo esa persona estaba prestándote su atención no dividida?. Ese fue un sentimiento maravilloso.
Tristemente, sin embargo, esas veces parecen ser cada vez más escasas. Con tanta gente, deberes y obligaciones que reclaman nuestra atención, no tenemos el tiempo suficiente para realmente escuchar todo lo que alguien nos tiene que decir.
No sólo los adolescentes tienen el monopolio de decir que no se les escucha. Lo hace cualquier otra persona que se sienta ignorada. Cuando alguien no escucha, está enviando un mensaje tácito de que los comentarios de quien le está hablando no le importan. Tomar el tiempo para escuchar realmente a otros, significa que se les respeta, que uno desea entender sus necesidades y que está mostrándoles cuánto los valora como individuos.
De la misma manera en que un líder puede adquirir habilidades para hablar, lo mismo se puede hacer con las habilidades para escuchar. Deben de aprenderse y deben practicarse. El primer paso para ser un buen oyente, es reconocer cuando uno no lo es.
La historia bíblica, en los capítulos 12, 13 y 14 del primer libro de los Reyes, nos cuenta sobre Roboam; un líder cuyas habilidades para comunicarse fueron nulas.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE MEJORAR NUESTRA HABILIDAD PARA ESCUCHAR?
Un líder que no se comunica de la forma correcta; y sobre todo, no escucha de manera eficiente, puede terminar con estos resultados:
Una baja moral en su gente.
Muchas personas dejan a menudo un grupo al que pertenece, por las pobres habilidades interpersonales de quien los dirige. Por lo general, esto ocurre cuando un líder tiene pocas habilidades de comunicación, es impositivo; y como consecuencia, son sus ideas las que por lo general prevalecen.
Roboam era de corazón frío y duro. Incluso cuando los ancianos consejeros del rey sabiamente le aconsejaron que el pueblo le serviría por siempre si aligeraba su carga de trabajo, el tuvo oídos sordos. Como él nunca mostró alguna preocupación por el bienestar físico o emocional de su pueblo, ellos buscaron otro líder que pudiera escucharlos, y finalmente su reino se dividió.
Pérdida del respeto y baja credibilidad con tus colegas.
Las personas que no son buenos oyentes, por lo regular, viven “en otro mundo”. Cuando alguien les está hablando tienden a mirar repetidamente hacia otros lados, menos hacia su interlocutor. Su mente parece perdida. Esto siempre generará bromas de mal gusto hacia esta persona; e incluso, baja credibilidad de los que colaboran con él.
Roboam tuvo varias oportunidades para comunicarse con los corazones de la gente. En más de una ocasión su pueblo le dijo como él podría ganar sus corazones. Si hubiera escuchado, hubiera tenido del pueblo su respaldo en todo lo que él hubiera querido realizar.
Malos entendidos.
Si Roboam hubiera visto a través de los ojos de su pueblo, hubiera visto sus penalidades y su deseo genuino de servirle, y desde esta perspectiva, darse cuenta de la gran oportunidad que tenía de ganar la lealtad de toda la nación; sin embargo, su arrogancia le hizo entender de la manera incorrecta el deseo de la gente.
Muchos malentendidos que han dañado las relaciones interpersonales de un grupo, son el resultado de pocas o nulas habilidades para comunicarse de manera efectiva de su líder, y una falta de intención para escuchar profundamente.
Esto por lo general ayuda a convertir una discusión en un conflicto, o a dañar una buena relación. Además, esto también repercute en un alto porcentaje de tiempo y energías perdidas por las disputas entre los miembros de un equipo; ya sea familiar, eclesiástico u organizacional.
La reducción de ideas frescas.
Una de las funciones de todo líder es animar a su equipo a que proporcionen de manera constante, ideas acerca de cómo hacer mejor el trabajo. No escuchar adecuadamente a las personas, les puede hacer pensar que sus ideas no se oyen o aceptan. Si la gente tiene esta impresión, dejarán de presentarlas y reducirán a tu organización de conocimiento y de ideas innovadoras frescas.
Debemos recordar que siempre habrá alguna persona que hace alguna cosa mejor que nosotros. Si de cada una de esas personas obtenemos decenas de ideas, con el tiempo iremos acumulando cientos de buenas ideas.
Una baja imagen de liderazgo.
La excusa más utilizada para una conducta pobre al escuchar es: "Estoy demasiado ocupado". Un líder que no se da el tiempo para escuchar a su gente, tendrá una imagen pobre como líder, ya que se le considerará inaccesible.
Roboam fue un líder impersonal, demasiado arrogante para caminar entre su gente, por lo que trató de dirigir a la nación desde dentro de las paredes de su palacio. El estaba tan aislado, que falló totalmente en iniciar cualquier tipo de comunicación con sus súbditos.
Pocas oportunidades para aprender de otros.
Roboam falló en saber escuchar. Los ancianos le habían dado el consejo correcto; pero él estuvo más atento a escuchar su propia voz que la de su pueblo.
Bien dijo Oliver Goldsmith, el notable escritor del siglo XVIII que sólo viviera 46 años: “La gente raramente mejora cuando no tiene otro modelo que copiar, más que el de ellos mismos”. No saber escuchar correctamente,nos cerrará el camino del aprendizaje, en el cual, todo líder debe transitar.
Con solo aprender de estas barreras de comunicación es un tremendo primer paso. Pero no puedes detenerte allí. Escuchar es más que sentarse simplemente y estar callado. Para ser un gran oyente tienes que ser un oyente activo. Pero de esto trataremos en el próximo artículo.
FRASES PARA RELFLEXIONAR:
El bloqueo más grande entre las personas es su incapacidad para escucharse uno a otro. F.J. Roethlisberger, Psicólogo de Harvard
“La madurez es la habilidad de expresar los propios sentimientos, y una convicción equilibrada que permite considerar los pensamientos y sentimientos de otros”. Hrand Saxenian
"Aunque es más difícil convencer a alguien que usted lo respeta solo por decírselo, usted muy probablemente podrá comunicar este mensaje comportándose realmente de esa manera. Escuchar hace esto más eficazmente." Carl Rogers. Psicólogo
Comunicarse, que significa un intercambio o comunión con otro, requiere de mucho más cuidado y del desarrollo de habilidades diversas. Jim Clemmer