Determinación, personalidad dinámica, habilidad de hacer que las cosas funcionen, magnetismo que atrae otras personas, auto confianza, visión y fuerte sentido de propósito son algunas de las cualidades que buscamos. Usted probablemente podría enumerar muchas otras.
Básicamente, consideramos buen líder a alguien que sabe para donde esta yendo y como llegar hasta ahí y que motiva a otros a que se junten a esta jornada.
Hay una característica que usted puede no haber considerado: humildad. Humildad es como se espera que usted describa al empleado que le entrega la correspondencia, o entonces alguien sobre custodia, pero no al director ejecutivo o al presidente de una organización. Nosotros queremos que nuestros líderes sean enérgicos e influyentes, no humildes.
En su libro "Good To Great", Jim Collins afirma que un estudio con once compañías exitosas en Estados Unidos, mostró que sus líderes exhibían dos cualidades específicas, siendo que una de ellas era una gran humildad.
Es interesante observar que la Biblia no ofrece una visión similar sobre humildad y sobre lo que podríamos considerar como opuesto, el orgullo. Analicemos lo que el libro de Proverbios nos dice.
Humildad proporciona una perspectiva apropiada. Aunque el éxito en los negocios y en la vida sean deseables, hay siempre el riesgo de atribuirnos a nosotros mismos el crédito excesivo cuando las cosas van bien. La humildad nos capacita a apreciar las circunstancias que contribuyeron para nuestro éxito, así como las personas que ayudaron a tornarlo posible.
"Cuando llega la soberbia, llega también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría" (Proverbios 1.2).
Humildad protege contra la desgracia. El orgullo que refleja satisfacción con las realizaciones de otros, es perfectamente aceptable, pero tornarse excesivamente impresionado consigo mismo, "teniendo pensamientos mas elevados, sobre sí mismo, de lo que debería", puede llevar a muchos problemas, inclusive a un momento embarazoso y a la completa derrota.
La humildad nos habilita a asumir la altura correcta en relación a nuestros éxitos y a recibir reconocimiento y recompensas sin tornarnos arrogantes y altivos. "Antes del quebranto se engríe le corazón del hombre, pero antes de los honores está la humildad" (Proverbios 18.12).
Humildad concede a otros la oportunidad de honrar lo que usted hizo. Generalmente apreciamos el reconocimiento por la ejecución de un buen trabajo, pero las personas rápidamente se cansan de aquellos que son presuntuosos y se promueven a sí mismos. "
No te alabes delante del rey ni te pongas en el lugar de los grandes, porque mejor es que se te diga: 'sube acá', y no que seas humillado delante del príncipe a quien tus ojos han visto" (Proverbios 25.6-7).
Humildad ayuda a mantener el equilibrio. Todos nacemos con habilidades, poderes e inteligencia. No ganamos o adquirimos estas cualidades, ellas "apenas están ahí". Así, al contrario de tornarnos irritantemente orgullosos por talentos que existen desde el principio, la humildad nos capacita a identificar su origen - Dios - y los utiliza en el límite de nuestras capacidades. "Riquezas, honor y vida son el premio de la humildad y del temor de Jehová" ( Proverbios 22.4).
Humildad revela el carácter íntimo. La propaganda nos instiga a "prestar atención al número 1!" (nosotros mismos), pero la persona humilde es capaz de considerar a otras como igualmente importantes, o hasta mas importantes.
De la misma manera, nuestra respuesta al éxito, nos lleva a volvernos egocéntricos o simplemente agradecidos por la oportunidad que atravesó nuestro camino, muestra el tipo de persona que realmente somos por dentro. "En el crisol se prueba la plata, en el horno el oro, y al hombre la boca del que le alaba" (Proverbios 27.21).
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Robert J. Tamasy es vicepresidente de comunicaciones de la Leaders Legacy, corporación beneficiente con base en Atlanta, Geórgia, USA. Veterano con mas de 30 años de trabajo en periodismo profesional, es coautor y editor de seis libros. Traducción de Alicia Gonzales Lemos.