Mantengo una actitud semejante con relación a la crítica. Tengo perfecta conciencia de mis innumeras imperfecciones, pero no me agrada que me las digan. En otras palabras, creo que la crítica no seria algo tan malo, se no fuese doloroso recibirla.
En mi empresa usamos una excelente herramienta para apreciación personal, llamada “método Birkman”, capaz de evaluar a un individuo en diversas áreas Uno de sus once componentes primarios es llamada “consideración” y mide la sensibilidad de la persona en su relación con otros individuos, particularmente con relación a los que ella respeta más.
Personas con alta necesidad de consideración poseen una ansiedad innata por elogios. Algunos llaman a esto recibimiento del “¡muy bien!” Comentarios negativos que superan lo positivo pueden llevar a estas personas a un estado de estrés, llevándolas a evitar la interacción con otras, tornándolas abiertamente sensibles o sin estímulo. Personas así raramente reciben bien las críticas.
La mayoría de nosotros no aprecia recibir críticas. Pero con frecuencia este puede ser el servicio más decisivo, celoso y constructivo que alguien podría darnos. Cuando tenía 16 años tenía la costumbre de pasar un tiempo con mis tíos en otra ciudad.
Mi tío me recibía debajo de sus “alas” enseñándome lecciones importantes, inclusive el valor del trabajo duro y de la iniciativa. Hasta ahí, debo admitir, había sido un adolescente bastante desmotivado. Las críticas de mi tío, hechas con consideración, fueron cruciales para mi desarrollo como joven que tenía su atención dirigida para la facultad y una carrera.
Las críticas pueden enriquecer nuestra carrera profesional de muchas maneras. Las bien intencionadas pueden ayudarnos a causar una primera impresión favorable, puede ser en la primera entrevista para un nuevo trabajo o en una reunión con un nuevo cliente.
Podemos asumir un proyecto pensando que hicimos todo de manera apropiada, pero una crítica venida de un colega de trabajo más sabio y con más experiencia que nos explique como podríamos mejorarlo, puede ayudar nuestro futuro desempeño. No somos, por lo menos la mayoría de nosotros, oradores innatos y hábiles. Críticas y consejos de alguien cuyo discernimiento apreciamos, pueden moldear nuestros trabajos.
El problema ocurre cuando resistimos, y hasta nos resentimos, con críticas hechas para nuestro beneficio. Podemos reaccionar pensando: “¿Quién él piensa que es para decir eso? ¡No me puede decir lo que debo hacer!”.
Todos nosotros reaccionamos así una vez u otra y esa reacción no es ninguna novedad. El antiguo libro de Proverbios, “Libro de la Sabiduría”, ofrece muchas observaciones sobre la crítica refiriéndose a ella como “reprensión” o “corrección”:
Crítica correctiva. ¿Que preferiría recibir: palabras firmes que resalten áreas de su desempeño profesional que necesitan de cambio, o una punición severa por fracasar en corregir el comportamiento indeseable? “Aprovecha la reprensión en el entendido, más que si cien veces hiriese en el necio.” (Proverbios 17:10).
Tesoros en la crítica. Aunque sea dura de aceptar, la crítica generalmente contiene por lo menos un elemento de verdad. Seremos sabios si la consideramos cuidadosamente antes de rechazarla. “La oreja que escucha la corrección de vida, entre los sabios morará.” (Proverbios 15:31).
El don de la crítica. Un adagio afirma: “Si usted no puede decir algo agradable, entonces no diga nada.” Mas si su crítica constructiva puede beneficiar a otra persona, guardarse sus comentarios puede ser una desatención. “Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños.” (Proverbios 27:23).
La penalidad de la crítica que pasa desapercibida. Aunque pueda parecer doloroso, la crítica sabia puede representar la única salida para escapar de consecuencias potencialmente devastadoras e irreversibles. Somos sabios, si prestamos atención. “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado; ni habrá para él medicina.” (Proverbios 29:1).