Ciertamente, son muchos los factores que pueden influir en nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Eso también es verdad con relación a nuestras elecciones y decisiones. Hay personas que son como el camaleón permitiendo que el ambiente que está a su alrededor y principalmente las personas, controlen sus pensamiento y comportamiento.
Como dice el viejo dicho, “Dime con quien andas y te diré quien eres”. Otras personas no son influenciadas por el ambiente a su alrededor. Su comportamiento y proceso de toma de decisiones permanecen consistentes, tanto en el ambiente de trabajo, como en el hogar o en su comunidad.
Para todos nosotros, existe un factor que determina quienes somos y que hacemos: nuestra visión del mundo. Es ella que da el color a la forma como vemos el mundo y a la percepción del papel que desempeñamos en él. El poder de la visión del mundo de una persona es substancial: determina si la persona es filántropo o terrorista, altruista o manipulador, que da o solo quita.
Es por eso que mudanzas personales, duraderas, transformadoras, son tan difíciles de conseguir. Podemos tratar de modificar nuestro comportamiento exterior, pero nuestra visión interna del mundo es mucha más difícil de reconfigurar. Es lo mismo que pintar la parte externa de una vieja lata de basura mal oliente y remover sus abolladuras. Por fuera puede quedar con buena apariencia, pero el interior permanece igual, una vieja y deteriorada lata de basura.
Así, si descubrimos algún problema de carácter profundamente arraigado, como tendencia para la codicia o para el materialismo; obsesión por la idea de obtener éxito en la carrera o en los emprendimientos, sin importar el precio; o orgullo, amargura o celos con relación a compañeros de trabajo, esos problemas no desaparecerán simplemente por trata de actuar como si no existieran.
Cambios verdaderos surgen de dentro hacia fuera y no al contrario. Veamos lo que el antiguo, pero contemporáneo libro de Proverbios dice sobre la cosmovisión de una persona:
Lo que usted es por dentro determina quien usted realmente es por fuera. Aquello que apreciamos, que es lo más importante para nosotros, nuestra visión del mundo, en última instancia determina, motiva y define nuestras prioridades personales y nuestras acciones. “Porque cual es su pensamiento en su alma, tal es él...” (Proverbios 23:7)
Actos engañosos pueden alcanzar a algunas personas, pero no a todas. Si deseamos ardientemente alguna cosa, podemos justificar (hasta para nosotros mismos) los medios que empleamos para alcanzar ese objetivo. Pero a Dios, que conoce la complejidad del corazón humano, le importa él “por qué” que está por detrás de lo que hacemos y decimos. “Todo camino del hombre es recto en su opinión: mas Jehová pesa los corazones.” (Proverbios 21:2)
“Que” hacemos no es tan importante como el “por qué” lo hacemos. A Veces las cosas correctas pueden ser hechas por razones erradas, para hacer que nos sintamos bien, obligar a otros a retribuirnos un favor, u obtener la aprobación de terceros. Existen muchas otras razones semejantes. Pero, mientras evaluamos a los otros con base en apariencias externas, Dios mira el corazón y juzga los motivos que están por detrás de las acciones. “Candela de Jehová es el alma del hombre, que escudriña lo secreto del vientre” (Proverbios 20:27)
En el fondo, donde apenas usted y Dios pueden ver, ¿usted es la persona que los otros piensan que es?