Los peligros de la sobrecarga de información. Los buenos maestros comienzan por identificar qué es más importante saber para sus alumnos.
La mayoría de las personas no aprende solamente para saber más. Aprenden cuando necesitan saber algo. Así que los comunicadores y los maestros necesitan saber algo, tienen una responsabilidad crítica; deben asegurarse que saben lo que la gente realmente necesita aprender.
Y en algunas situaciones necesitan pasar tiempo asegurándose que la gente entienda por qué necesitan aprender algo. Es la única manera que un maestro puede esperar que cualquier alumno aprenda.
Cuando decimos “enseñar menos por más”, decimos que deberíamos repensar qué y cómo comunicarlo a las personas. Enseñar menos por más implica que puede mejorar drásticamente cuánta gente aprende si es que usted enseña menos. Eso no necesariamente significa que diga menos palabras, sino que reduce el espectro de lo que se enseña para cubrir menos información.
En algunos casos dirá más acerca de menos cosas. Pero aquí está la clave. Las cosas que trate de enseñar deberían estar limitadas a aquellas cosas que su gente necesita oír; en otras palabras, los principios básicos más apropiados para su audiencia en cuestión.
Estos son los que llamamos “los mínimos irreducibles” del aprendizaje. John Coné, el vicepresidente de la Corporación Dell Computer ha dicho:
– La filosofía de enseñar en la mayoría de las compañías, hoy es similar a las escuelas que yo asistía: un montón de gente sentada en un aula, con un experto sentado al frente diciendo cosas. Siempre he pensado que esa era la forma natural en que la gente aprendía, hay que ver a los niños de cuatro años formándose espontáneamente en filas.
La manera natural de aprender es simplemente ser quienes somos y hacer lo que hacemos. Los niños aprenden haciendo cosas. Y aprenden nuevas cosas cuando necesitan saberlas.
Si usted es el responsable de entrenar su organización, debe aprender a priorizar información. Tiene que dar una mirada a lo que su audiencia necesita saber, y separar lo que es importante de lo que es solamente interesante. ¿Por qué? Porque tiene una cantidad delimitada de tiempo para comunicarse con esta gente.
Y cuando se trata de información, todo el conocimiento no es igual. Hay hechos que sería mejor saber, y entonces hay información que es realmente interesante. Pero mucho más importante, hay un cuerpo de información que es crítico para que entiendan ciertos individuos en su organización.
Enseñar con el final en mente
Hemos llevado a miles de líderes a través de un ejercicio mental que ayuda a explicar la idea de un mínimo irreducible. Imagine esto: está a punto de retirarse del ministerio; su pastor le ha dado un reloj de oro, y le pide que se pare en la plataforma de manera que la gente pueda agradecerle sus años de dedicación.
Mientras está parado ahí, tres adolescentes se acercan y le agradecen por los cambios que usted ha hecho en sus vidas. Cada uno termina con la frase:
– Una cosa que aprendí de usted que nunca olvidaré, es…
¿Cómo quiere que termine la frase? Tómese un minuto y complétela. Anote por lo menos tres cosas que le encantaría oír de los estudiantes que han pasado por su ministerio. No tres experiencias, sino tres cosas que haya enseñado que desea que nunca olviden. Tiene que enseñar con el final en mente. Piense en pasos, no en programas.
Su ministerio necesita pintar una representación clara de en qué espera que se convierta un niño con el tiempo, a medida que llega a la etapa de la escuela secundaria.
También necesita tener una buena idea de lo que los estudiantes deberían entender cuando comienzan la secundaria, cuando se gradúan, y así sucesivamente. Cuando haya establecido una visión para cada etapa de la vida de las personas, ha establecido una manera de medir lo que enseña. Esto también provee una imagen para utilizar, para mantener a todos sus maestros en la misma página.
Y cuando filtra todo lo que enseña a través de esta lente, se hace más fácil decidir qué debería decir, como así también lo que no. Cuando enseña con el final en su mente, está obligado a priorizar lo que enseña. Eso debe incluir cuáles partes de La Biblia usted enseña. Puede ser que sienta que está obligado a enseñar toda La Biblia a un grupo de edad específica. No trate de hacerlo. No puede amontonar toda La Biblia en unas pocas horas cada semana en unos pocos años. Eso sería recarga de información.
Si el suyo es como la mayoría de los ministerios, pasará alrededor de ciento cincuenta horas con aquellos que vienen a su programa consistentemente. Así que la pregunta es: ¿qué va a decir en el tiempo que tenga? Necesita organizar su currículo. Algunas cosas son más significativas que otras.
Por supuesto, nunca debe comprometer las historias o principios que refuerzan la fe esencial.
Debería ser una prioridad entender Las Escrituras que ayudan a alguien a comprender la salvación, la gracia, la fe y otros aspectos fundamentales del Evangelio.
La clave es tomarse el tiempo para decidir antes cuáles son los grandes temas para cada grupo, y entonces establecerlos como un mínimo irreducible. Recuerde: estas verdades cuidadosamente seleccionadas no son todo lo que es importante, sino lo más importante para que su audiencia sepa.
Tomado del libro: 7 prácticas efectivas del liderazgo
Editorial: Peniel