Puede estar pensando: “Esta es una pregunta tonta. ¡Es lógico que le gustaría hacer negocios con alguien con buena reputación!”.
Bueno, déjeme hacerle una pregunta similar, talvez más difícil de responder: ¿Usted preferiría tener una buena reputación y enfrentar dificultades financieras todos los meses, o ser rico y tener pésima reputación?
Buena reputación no garantiza éxito financiero ni profesional y muchos prosperan a pesar de tener reputación cuestionable en el mundo de los negocios. Mientras que una persona con buena reputación, conocida por cualidades como integridad, imparcialidad y excelencia, va a dormir más fácil en la noche, sin ser perturbada por una conciencia culpada.
Una buena reputación se construye a lo largo de una vida y puede ser destruida, sin chance de reparación, en minuto. Puede parecer injusto que una simple indiscreción o actitud cuestionable, pueda arruinar una ficha inmaculada, pero esta es la verdad.
Crédito y confianza son conquistados y sustentados día a día. Cada día se presenta una nueva oportunidad para probar quienes somos. Pero una vez quebrada la confianza, sea en los negocios o en las relaciones, la restauración, si fuese posible, ocurre con mucha dificultad.
¿Ya le sucedió que alguien le hizo una promesa, asumió un firme compromiso con usted y falló? ¿Cómo se sintió en esa ocasión? ¿Cuál es el grado de dificultad que encontró para confiar en aquella persona la siguiente vez que ella “prometió” o juró hacer algo que era importante para usted?
Yo no se con relación a usted, pero puedo pensar en varias ocasiones en que yo fallé al mantener compromisos personales. Hasta hoy lamento esos fracasos. A medida que fui madurando, tomé conciencia de la importancia y del valor de una buena reputación, de ser una persona que hace lo que dice que va hacer.
Esta es una de las razones porque la Biblia nos instiga a: “... Vuestro si sea si, y vuestro no sea no...” (Santiago 5:12). El antiguo libro de Proverbios atribuye un alto valor a la buena reputación. Veamos algunas observaciones sobre el tema:
Reputación genuina. Riqueza puede ser adquirida de muchas maneras. Piedras y metales preciosos pueden ser comprados. Pero ninguna tienda, ni la mas exclusiva le puede vender reputación. Ella no es una mercaduría pasible de ser comprada o permutada.
Solamente puede ser obtenida por medio de una vida que defienda ideas y valores personales elevados, aunque esto no sea oportuno. “De más estima es la buena fama que las muchas riquezas; y la buena gracia más que la plata y el oro.” (Proverbios 22:1).
Reputación desperdiciada. Ser digno de confianza literalmente significa ser digno de la confianza de alguien siempre, no solo a veces. Le guste o no, en el momento en que usted traiciona la confianza es el momento en que, de repente, se torna indigno de crédito en el futuro. “Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro. No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.” (Proverbios 25:9-10).
Reputación brillante. En un mundo lleno de promesas quebradas, donde tantas personas parecen dedicadas solamente a interese egoístas, alguien con buena reputación es una raridad, buscando una pequeña luz en un aposento oscuro. “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: no saben en que tropiezan.” (Proverbios 5:18-19).
Robert J. Tamasy es vicepresidente de comunicaciones de la Leaders Legacy, corporación benefíciente con base en Atlanta, Georgia, USA. Veterano con mas de 30 años de trabajo en periodismo profesional, es coautor y editor de seis libros. Traducción de Alicia Gonzales Lemos