¿Usted ya vio en las instrucciones atrás del frasco de salsa para ensalada, "Agítese bien antes de usar"? Loción para manos, pulidor para zapatos, limpiador para pisos, pinturas, estos y muchos productos que usamos diariamente en nuestros hogares y locales de trabajo necesitan ser agitados para que funcionen con el máximo de eficiencia.
Sin la agitación, se consigue apenas un óleo o una crema rala, porque la parte buena permanece en el fondo del envase.
En la vida no es diferente. Necesitamos enfrentar alguna agitación, mientras estamos suspendidos, prestes a tornarnos totalmente útiles. Esta hasta podría ser una instrucción para la manera de encarar la vida: "¡Éxito es directamente proporcional a la agitación"!
Pero seamos honestos: ¿Quién desea ser sacudido? ¿Quién busca ser balanceado, cercado y revirado? Hay días que parecen hechos para ser tranquilos y estar confortables. "Conforto" y "comodidad" son hermanos gemelos de la idea de "que el mundo se acabe en el barrando". Nada que ofrezca resistencia y sea fácil como una carrera ladera abajo.
Pero la vida nunca permanece así y jamás se pretendió que fuese así. De repente, en medio de nuestra confortable excursión por la vida, surgen tempestades, las agitaciones y luchas que pueden, instantáneamente, trastornar los engranajes bien lubricado de la rutina que la mayoría de nosotros procura mantener.
Sea cual sea el propósito, freír, cortar o triturar, es como si Alguien hubiese presionado el botón de aumentar la velocidad en la maquina de andamiento de la vida. De repente nos encontramos girando locamente, fuera de control, tratando de entender cuando eso va a acabar.
¿Será posible que esto sea un principio fundamental de la vida? ¿Qué utilidad reside en las decepciones de la vida? Si creemos en lo que leemos en la Biblia, que es la palabra de Dios, parece que estas "decepciones" forman parte de la vida, tanto cuanto los otros momentos serenos y estables.
Job, un hombre rico que enfrentó una decepción que la mayoría de nosotros no podría ni siquiera imaginar, dijo: "Si él (Dios) derriba, no hay quien edifique: Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra" (Job 12:14). Job era un hombre decepcionado. Tal vez el empresario más exitoso de su época, él perdió todo, inclusive sus riquezas, posesiones, miembros amados de su familia e inclusive la salud. Desaparecieron todas las expectativas de sus planos egocéntricos de un imperio agrícola y ya no había esperanza posible para el futuro. La muerte era una opción tentadora.
Otro ejemplo extraído de la Biblia, Jonás, fue un hombre sacudido mientras permanecía en el estómago de un grande pez. El viaje que pretendía hacer para el occidente, de repente llegó a su fin, y esto sucedió tres días antes que él fue lanzado de regreso a la playa, para que pudiese comenzar su viaje en dirección al este.
Pedro, uno de los más devotos seguidores de Jesús, también fue sacudido. De su pacífica vida de pescador en el mar de Galilea, a los perturbadores eventos relatados en el libro de Hechos, la historia de Pedro es la de un hombre cuya vida fue revuelta de arriba hacia abajo y después reconstruida.
Sin duda, podemos ser decepcionados por los acontecimientos de la vida. Mas hay esperanza; La decepción no es permanente, Hebreos 12:27 declara: "Y esta palabra: Aún una vez, declara la mudanza de las cosas movibles, como de cosas hechas, para que queden las cosas que son firmes." Todos aquellos que dedicaren sus vidas a seguir al Señor también tienen la seguridad de que, "sabiendo que tenemos un reino que nada puede destruir, agradecemos a Dios sirviéndolo con corazones gratos y con santo temor y reverencia." (Hebreos 12:28)
Robert D. and Robert L. Foster. Publicado con la autorización de "Take Three on Monday Morning" (TTOMM), escrito y publicado por Robert D. and Robert L. Foster. Traducción de Alicia Gonzales Lemos.