Eso es algo claramente ilustrado por el Programa Apolo de los Estados Unidos.
En 1960, el presidente John Kennedy lanzó un desafió al pueblo americano por medio de su sueño de poder colocar a un americano en la luna por el año 1970. Eso fue una visión. Casi de inmediato, el gobierno lanzó un programa cuyo propósito era precisamente el conseguir que esa visión se hiciese realidad, la misión Apolo.
El Presidente comunicó su visión al pueblo americano y el pueblo, a su vez, se entregó de lleno al cumplimiento de esa visión por medio de una misión. La misión hizo preciso que se elaborasen unas metas muy complejas que consistían de millones de metas individuales.
El relato bíblico de Nehemías, revela que tuvo una visión de una muralla reedificada, que rodease a Jerusalén. Nehemías se encontraba cautivo a 1.500 kilómetros de distancia de Jerusalén y era un siervo, el que llevaba la copa del rey Artajerjes de Persia.
La santa ciudad de Jerusalén había sido cautivada y una gran parte de ella había sido destruida, pero a pesar de todo ello Nehemías tuvo una visión en la cual se reconstruía Jerusalén con poderosas murallas para la gloria de Dios. Su misión consistía en realizar la visión.
A continuación apareció un elaborado sistema de metas que permitiría que la misión saliese adelante. El primer paso fue la oración. A continuación Nehemías presentó su caso al rey Artajerjes y luego ideó un plan para reconstruir las murallas y para vencer toda oposición. Nehemías es uno de los más excelentes ejemplos de la historia en lo que se refiere al liderazgo.
Una cosa es sentirse consumido por una visión de evangelismo mundial, es decir, imaginarnos a cada una de las personas del mundo escuchando el evangelio de una manera comprensible y culturalmente importante, pero más importante todavía es crear una misión cuyo propósito sea el realizar dicha visión. Y resulta una empresa más abrumadora todavía crear, bajo la dirección de Dios, el programa de metas necesario para lograr llevar a cabo esta misión y cumplir con la visión.
El dirigente acaricia su visión, pensando en ella todo el día y teniendo sueños acerca de ella por las noches. Entonces transfiere la visión al grupo. Tiene que motivarle para que éste quiera entregarse de lleno al cumplimiento de la misión que hará posible que la visión se haga realidad y al mismo tiempo para que se puedan cubrir las necesidades.
El estar constantemente pensando en la visión nos induce a la acción. Es algo que nos incita a dejar de lado toda complacencia. Como dijo el salmista: "Se enardeció mi corazón dentro de mí; en mí meditación se encendió fuego, y así proferí con mi lengua" (Sal. 39:3).
COMPRENDER DE DONDE PROCEDE LA VISION
Cualquier visión que valga la pena procede de Dios, tanto si se trata de lo que llamamos asuntos "espirituales" como si no, y tanto si la persona que tiene la visión es cristiana y se da cuenta de dónde procede la visión o no. Las visiones que valen la pena son un don de Dios. Santiago dijo: "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Stg. 1:17).
Nuestra tendencia es la de hacer que nuestra vida esté formada de diversos compartimentos, de tal modo que considerarnos que Dios tiene influencia y es importante cuando se trata de visiones, misiones y metas espirituales, pero que tiene poco que ver en las visiones, misiones y metas "seculares".
Pero Agustín dijo: "Que todo cristiano comprenda que dondequiera que se encuentra la verdad, pertenece al Maestro." Dios es el Dios de toda verdad. Y Dios es el origen de todas las visiones que valen la pena.
En los años 1774 y 1775, las colonias americanas comenzaron a considerar la posibilidad de independizarse de Inglaterra. La confusión y el rencor amenazaron con minar el propósito de la Convención Continental. A pesar de lo cual muchos de los participantes tuvieron una visión clara y la acreditaron a Dios. Benjamin Franklin le dijo a la Convención: "Estoy convencido de que la Providencia guía los asuntos de los hombres y nunca cae a tierra un gorrión sin que Dios asista a su entierro, y que todos los cabellos de nuestras cabezas están contados.
No creo que ni un imperio ni una república puedan establecerse sin su ayuda y pido que usted, señor Presidente, comience esta convención con una oración para suplicar la dirección de Dios y su ayuda en el paso que nos disponemos a dar. 11 Los fundadores de los Estados Unidos compartieron una visión de libertad para las colonias, pero el actualizar esa visión requería una misión, realizada por un programa completo de metas. Ellos sabían que su visión procedía de Dios.
La visión que requiere un cambio que dará como resultado una beneficiosa estabilidad para el grupo es algo que procede de Dios, tanto si el líder lo reconoce como si no. Hace más de quinientos años, Dios le dio al rey Sejong una visión de un lenguaje mejor para su pueblo coreano.
El rey Sejong actualizó su visión gracias a una misión llevada a cabo por un programa de metas que ofreció a los coreanos el primer alfabeto en el Oriente. No conocía al Dios de la Biblia ni a su Hijo Jesucristo, pero cumplió con éxito a pesar de todo ello la visión que le había dado Dios.
Dios gobierna sobre los asuntos de los hombres. El da la visión y la comprensión.
Algunas veces una visión puede tener como resultado una gran riqueza y en otras ocasiones puede traer como resultado una relativa pobreza, pero si es una visión que vale la pena, su origen está en Dios. Paul J. Meyer comenzó sin dinero.
A los veinticinco años era millonario. Había construido la más grande agencia de seguros de todo el mundo. Su joven pastor, el doctor Bill Hinson, le desafió: "Paul, serás más feliz cuando ayudes a otros a que alcancen su mayor potencial." Paul captó esta visión de motivar a otros a fin de que alcanzasen su mayor potencial y dejó el negocio de los seguros. No parecía como si fuese a ganar tanto dinero como había ganado vendiendo seguros, pero no podía apagar la visión que Dios le había dado.
En la actualidad el Instituto para la Motivación al Exito de Paul Meyer ha ayudado a miles de personas. Los dirigentes de setenta y cinco países dicen que el programa de Meyer ha sido el instrumento que ha abierto ante ellos un mundo de nuevas posibilidades. El programa de Meyer ha transformado a algunas personas que vivían de la beneficencia en dirigentes de corporaciones y en eruditos universitarios.
Resulta trágico que en santísimas ocasiones los hijos de Dios permanezcan irnpasibles ante las oportunidades que les rodean. Se conforman con menos cuando Dios desea que dominen los escalones más elevados a fin de alcanzar lo mejor.
Para el cristiano, cualquier visión debe de comenzar con un entendimiento de Dios. Dios es perfecto, es inmutable y es eterno. Los dirigentes que desean parecerse a Cristo ven a Dios y reconocen que dependen de él. No hay ninguna persona que pueda entenderse a sí misma y al mundo que le rodea hasta que no esté clara su visión de Dios.
Una vez que han llegado a comprender a Dios, los dirigentes cristianos deben entenderse a sí mismos. Una evaluación adecuada de uno mismo es siempre anterior a cualquier cosa que logremos y que ofrezca una estabilidad beneficiosa. La persona que desee el liderazgo para Dios debe de hacer uso de ese potencial de la manera que Dios le indique.
Cuando el dirigente obtiene una visión de sí mismo, puede sentirse tentado, al igual que le sucedió a Isaías, a lamentarse diciendo: "¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio del pueblo que tiene labios inmundos. . ." Puede sentir, como le sucedió a Moisés, que es inadecuado y eso no le hace apto para la labor, pero Dios puede realizar la labor por medio del pecador, aunque la persona no sea adecuada, si la persona tiene fe no en su propio poder, sino en el poder de Dios, del Dios que le dio la visión para comenzar.
Es necesario tener fe a fin de acariciar y encariñarse con una visión, convirtiendo la visión en misión, llevándola a cabo con un programa adecuado de metas y movilizando a otros para que cumplan y suplan sus propias necesidades. El dirigente que se asemeja a Cristo no solamente debe tener una visión clara de Dios y de sí mismo, sino que debe, además, comprender las verdaderas necesidades de los demás.
Su sensibilidad respecto a los demás siempre se enfoca gracias a la visión que Dios le ha dado. Sin una visión, la conciencia y la sensibilidad ante las necesidades de otros solamente le lleva a corromper su espíritu y a sembrar la confusión en su mente.
COMPRENDER POR QUE UNA VISION ES IMPORTANTE
Sin una entrega sincera a una visión no es posible llegar a ser un dirigente. Puede que usted se encuentre en un puesto de liderazgo, tal vez sea un encargado, pero lo que separa a los verdaderos dirigentes de otros es la visión. Una visión es importante porque es el factor clave para obtener el éxito en el liderazgo.
La visión es lo fundamental y lo que apuntala todo liderazgo. Sin una visión, no habrá una misión adecuada. Sin una misión, no existe la posibilidad de preparar un programa de metas productivas. Sin un programa de metas, no hay liderazgo. Sin liderazgo, el mundo languidecerá en su pecado y en su sufrimiento, por ello el liderazgo comienza con una visión.
Un encargado puede presidir sobre el estatu quo, pero se precisa un líder para motivar a las gentes a que lleven a cabo los cambios que suplan sus verdaderas necesidades. Si bien el mundo actual tiene necesidad de encargados, la necesidad más desesperada que tiene es la de disponer de dirigentes.
Y lo que hace que el dirigente se destaque por encima del encargado es que el encargado no hace nada por animar a que se produzcan los cambios, mientras que el líder demanda el cambio porque está guiando al grupo hacia unas metas que habrán de dar como resultado una estabilidad beneficiosa. Un dirigente tiene, por tanto, una visión.
La visión es importante porque es el fundamento de todo auténtico liderazgo.
El significado del liderazgo de la persona dependerá de lo "grandiosa" que sea su visión. El Primer Ministro Lee Kuan Yew de Singapur tuvo una visión significativa que no solamente afectó a su propia nación, sino a todo el sureste de Asia. Su influencia se ha hecho sentir por todo el mundo. Un padre podrá tener una visión respecto de las metas educativas o espirituales de su familia que resulta menos significativa porque afecta a menos personas.
Pero a pesar de ello, la visión no resulta menos significativa para esas personas. Mientras que la importancia que tiene la visión de un dirigente depende de su grandeza, la efectividad del liderazgo de una persona dependerá de lo bien que seda llevar al grupo hacia el cumplimiento de su visión y sus 'verdaderas necesidades.