Desde el púlpito, altamente visible, de Calvario, Houghton llamó la atención de james M. Gray, el presidente del Instituto Bíblico Moody, de ochenta y ocho años de edad- Gray llegó a la convicción de que Houghton debía de seguirle como presidente e informó de esta convicción a la junta Administrativa. Houghton sirvió como presidente del Instituto Bíblico Moody hasta 1946.
Si Houghton hubiese hecho caso omiso de su visión, resulta bastante irnprobable que hubiese alcanzado el máximo de su potencial. Sin embargo, gracias a su sensibilidad, ocupó un puesto de liderazgo donde produjo un impacto que habría de cambiar el mundo sobre las vidas de millones de personas para gloria de Dios.
Los dirigentes utilizados por Dios, responden a la visión que él les da.
Dios le dio a Noé la visión del arca y Noé la construyó.
Dios dio a Abraham, la visión de una ciudad y él la buscó.
Dios le dio a Nehemías, la visión de una muralla
Dios dio al apóstol Pablo, la visión de la evangelización de todo el mundo y el Apóstol cubrió la tierra con el mensaje de Cristo.
Dios le dio a David Livingstone una visión de Africa, y él abrió el camino a miles de misioneros para que predicasen el evangelio.
Dios le dio una visión a John Sung, la de la evangelización en el este del Asía, y esto cambió el estado espiritual de cada una de las naciones que visitó.
Si Dios ha puesto un deseo en su corazón, acepte la presencia de ese deseo como juramento de él de que usted puede llevarlo a cabo y entréguese de lleno a realizar la visión. Si no cumple usted con ello, podrá estancarse en su vida personal, su espíritu se sentirá conturbado y adoptará una actitud crítica. Una visión dada por Dios es una tremenda responsabilidad. El cumplimiento de ella puede llevarle a unas alturas fantásticas en su servicio a Dios y a sus semejantes. El no cumplir con esa visión, además, privará a otros del liderazgo que precisan.
La importancia de la soledad
No es posible contemplar una visión cuando ciegan nuestros ojos las luces artificiales de los Broadways, de los teatros y de las oficinas comerciales del mundo, de la misma manera que no es posible ver las estrellas por la noche si nos encontramos en el Times Square, de Nueva York, en el Ginza, de Tokyo o en el Picadilly Circus, de Londres.
Resulta mucho más factible que discierna usted una visión en los pasillos del claustro de la soledad que entre las multitudes ruidosas de la selva de asfalto de la metrópolis. Tal vez en la catedral de los árboles, bajo el silencio de las estrellas, o junto al murmullo del mar, le resulte más fácil contemplar la auténtica luz y escuchar una voz queda".
En el año 1964 realicé una visita al oeste de Asia. Me puse en contacto con dirigentes cristianos que me dieron una sacudida al decirme que el enfoque tradicional de las misiones estaba tocando a su fin en muchas de las naciones del Tercer Mundo. Doy gracias a Dios por las misiones tradicionales, dominadas por el Occidente, porque fue precisamente gracias a ellas que mi padre obtuvo su fe en Jesucristo.
Sin embargo, de la misma manera que el colonialismo trajo muchas bendiciones, sin que sea ya viable, sucede que el antiguo enfoque de las misiones ya no es realista en la mayoría de las naciones del Tercer Mundo.
Poco después de realizar esa visita, en la isla de Bali, en Indonesia, comencé a sentir un profundo interés en mi corazón, y le dije a mis tres compañeros de viaje que yo iba a estar bastante tiempo "fuera de circulación". Ellos lo entendieron y cooperaron conmigo. No salí de mi habitación.
En una absoluta soledad, la visión de los dirigentes cristianos del Tercer Mundo, tanto los que pertenecían al clero como los laicos, evangelizando a su propio pueblo, apareció en mi mente como si hubiese sido una pantalla sobre la cual se hubiese proyectado una película en multicolor. Escribí todo lo deprisa que pude, a veces atropellando mis pensamientos a mayor velocidad que mis palabras.
El credo que escribí rápidamente, de manera informal, sigue siendo en la actualidad la filosofía básica para la evangelización del mundo sobre la cual funciona el Instituto Haggai.
Durante los próximos doce meses, Jerry Beavan y Tom Haggai presentaron sugerencias incisivas y específicas, respecto a la mejor manera de llevar a cabo la misión. Emest Watson, de Australia, Max Atienza, de las Filipinas, Han Kyung Chik, de Corea, Chandu Ray, del Pakístán y Singapur, Ah Tua Teo, de Singapur, George Samuel, de India y muchos otros contribuyeron a que la visión se hiciese una realidad.
Pero, ¡todo ello comenzó en el santuario de la soledad! Si yo me hubiese pasado la vida rodeado de gente, socializando, no existiría el Instituto Haggai. La visión procedió de Dios. Fue algo que planeé en la soledad.
Hace años dijo un famoso antropólogo: "La mente occidental dice: 'No te limites a quedarte ahí pasmado, haz algo.' De manera que nosotros del Occidente estamos orientados a la acción. La mente oriental dice: 'No hagas nada, estate ahí.' De modo que la mentalidad oriental está más en consonancia con la contemplación que con la acción."
Estas diferencias que existen entre el Oriente y el Occidente están siendo modificadas hasta cierto punto ya que el Oriente se dedica más a la acción y el Occidente reconoce el valor que tiene la contemplación. Es necesario prepararse para una acción efectiva pensando en ella con claridad, y la mejor manera de pensar es a solas.
El finado Cecil B. Day, creador y fundador de los hoteles de lujo Day's Inn, de los Estados Unidos, se complacía en buscar la soledad en su "casita" en la Playa de Tybee, en Savannah, Georgia.
En ocasiones iba allí con el propósito de ayunar y orar. Cuando los problemas agobiantes de la Casa Central de la compañía Day se hacían insoportables, Cecd se iba a Tybee. Caminaba a lo largo de la playa para pensar y orar, mientras las olas suaves limpiaban su mente de toda la tensión que empañaba la claridad de sus pensamientos.
Le encantaba el barullo del edificio de la casa central en Atlanta, pero no le era posible pensar de manera creativa en el ambiente de un comercio incesante. Después de caminar por las playas desiertas, regresaba a la ciudad con más energía y más creatividad.
La visión de la cadena de hoteles de Day fue algo que surgió en medio de la soledad. En el año 1970, a las dos de la madrugada de un cierto día, se despertó, cogió un cuaderno de notas, con sus hojas amarillas, y comenzó a escribir. Durante catorce horas estuvo apuntando los pensamientos que le venían a la mente. Cuando acabó, tenía la idea general de lo que son en la actualidad los moteles de lujo, de presupuesto económico, Day's Inn. "Las ideas estaban muy por encima de mi capacidad", informó Cecil más adelante. "Fue el liderazgo de Dios en cuanto a una idea que ha recibido el nombre de 'el volkswagen de los moteles'."
Es posible que podamos crearnos nuestro propio ambiente de soledad, incluso cuando nos vemos rodeados por las multitudes, pero no debemos de caer en la trampa de eliminar la soledad ocasional en lugares tranquilos, donde nada nos distraiga, debido a que seamos capaces de crearnos nuestro propio medio tranquilo a pesar del ruido que pueda rodearnos.
En ocasiones, el dirigente se ve obligado a tomar una decisión inmediata, sin disfrutar del beneficio de la reflexión y deliberación anterior. Es en ocasiones como éstas cuando el poder de la soledad voluntaria le permite pensar, marcar el rumbo y determinar el plan de acción... para beneficio del grupo.
En Panamá, donde estaba llevando a cabo una cruzada evangelizadora hace muchos años, una señora me llamó por mi nombre cuando cruzaba una concurrida calle y me dijo:
-Imagínese que esta tarde, a las tres, tuviese usted que enfrentarse con una decisión inevitable que implicaría a miles de vidas inocentes y millones de dólares pertenecientes a otras personas, y solamente dispusiese usted de dos minutos para tomar la decisión, ¿qué haría usted?
- Seguiría lo que me pareciese más indicado. Estupefacta, me dijo:
-¿Quiere usted decir que no oraría al respecto?
-Señora mía, usted me ha dado dos minutos nada más. Será preciso cada segundo de esos dos minutos para que me entere de los datos más importantes.
-Pero yo creí que usted oraría.
-Y lo he hecho. Esta mañana dediqué un tiempo a estar a solas con el Señor, entregándole mi día a él. Y él, que distingue muy bien el principio del final y para el cual no existe pasado, presente ni futuro, ya me ha preparado. Por lo tanto, estoy perfectamente convencido de que en dicha situación, lo que a mí mejor me pareciese seria una expresión de su voluntad.
Es precisamente en una situación como la que me presentó esta señora en Panamá, cuando la soledad en medio del bullicio que nos rodea es imprescindible.
Pero tanto si el dirigente ha captado la visión en un precioso lugar solitario como si lo ha hecho encerrándose en si mismo, alejándose de ese modo de todo cuanto le rodea, debe ser su propósito el llevar a cabo la visión, o de lo contrario, su influencia no le llevará a ninguna parte.
El dirigente que desee ser como Cristo debe preguntarse continuamente a sí mismo: (1) ¿Podrá esta visión producir resultados de beneficiosa estabilidad? y (2) ¿Podrá la visión guiar a las personas hacia unas metas que suplan sus auténticas necesidades?
Para el dirigente que se asemeja a Cristo, una visión es una revelación de la voluntad de Dios. El líder capta el desafío de la visión, se entrega de lleno a la misión y pone en práctica las metas que le permitirán llevar a cabo la misión y realizar la visión.
Pero todo ello comienza con una visión: el fundamento del liderazgo.