Si Jesucristo estuviera hoy ¿Qué tipo de ejecutivo sería? ¿Cómo seria su estilo de liderazgo? ¿Qué enseñanzas podemos tener de su experiencia tan corta en el mundo? Estas preguntas me vinieron a la mente cuando hace unos cuatro años vi por primera vez en una librería un ejemplar de libro JESUS C.E.O. “¡Muy caro para ser tan chiquito!” me dije, y lo puse de nuevo en su sitio.
Al año siguiente volví a verlo, me siguió intrigando, lo hojeé de nuevo, y me siguió pareciendo caro. En febrero de este año, lo volví a ver, y lo compré. Lástima que no lo hice hace tres años.
En él vemos reflejadas muchas de nuestras conductas y aprendizajes, pero también muchas de nuestras omisiones y errores; pero su lectura nos llevara a muchas respuestas y a comprender la esencia de lo que fue este gran líder.
Jesucristo, enfrentado a una tarea trascendente para la cual se había estado preparando por treinta años, se da cuenta que quizás esperó demasiado para arrancar y que se le acaba el tiempo porque el Presidente (Dios Padre) desde un principio le había puesto como meta dejar las cosas marchando para cuando tuviera 33 años.
Encuentra que tiene solo tres años para lograrla, que no puede hacerla solo y para necesita armar un equipo; pero que los Fariseos, los mejores disponibles, son demasiado escépticos y cuestionadores, no tenían la “disposición” porque estaban demasiado cómodos como estaban, y carecían de la fe deseada. Sabe que necesitará recursos pero que los banqueros de la época no lo van a ayudar. Los banqueros no son precisamente la personificación de la bondad.
Casi nunca dan la cara directamente, se amparan en el colectivo, tienen una mentalidad fiscal, por eso no creen en las ideas, solo en lo tangible, en lo que está amarrado a la tierra. No han evolucionado, siguen viviendo en los tiempos de la Fariseos; manifiestan el progreso colectivo pero sus acciones están enfocadas al beneficio personal, únicamente. Jesucristo sabe que va a contar solo con lo que esté disponible o sea capaz de crear.
Decide buscar doce apóstoles para crear la “masa crítica” que transmita su mensaje y lo ayude a cambiar la forma de pensar de la gente, no tiene con qué pagarles, y necesita someterlos a un entrenamiento acelerado que afirme la transcendencia de sus ideas, que sean un ejemplo para que creen la confianza necesaria, y que al mismo tiempo sean dedicados, abnegados y trabajadores. Pero Jesucristo sabe que es un buen líder y confía en su capacidad, tiene conocimiento profundo de lo que desea hacer, y una Visión.
Sabe que CADA QUIEN MERECE UN SUEÑO y que TODO SUEÑO NECESITA UN PLAN.
Se ve obligado a buscar otras opciones para una tarea de esa envergadura, y sale apresuradamente a buscar las personas que conformarán el equipo con el que pretende cambiar a la humanidad: El primero no es ningún ángel iluminado, sino todo lo contrario, y además luce desaseado. Otro no sale de la Universidad sino que es un impopular recaudador de impuestos para un Gobierno que todo el mundo rechaza, un tercero vive lejos, otro más allá es un mendigo, otro una persona poco confiable, y así hasta el último: un pescador.
También sabe que con los estilos convencionales de gerencia la tarea va a ser muy cuesta arriba. Si maneja el látigo tendrá obediencia y sumisión, será eficiente pero no efectivo, no logrará el tipo de compromiso que desea. Si es demasiado protector y bondadoso va a lograr el amor, la dedicación y el apoyo de sus discípulos, pero no el temple, la convicción, la disciplina y la cultura de cumplimiento que necesita. Buscando, estudiando e indagando encuentra que el ESTILO DE GERENCIA ALFA se basa en el masculino uso del poder.
Que el ESTILO DE GERENCIA BETA se basa en el femenino uso cooperativo del poder; y finalmente descubre que el ESTILO DE GERENCIA OMEGA incorpora lo mejor de ambos, porque al encauzar la energía espiritual de cada uno de nosotros, hombre o mujer, podemos transformarnos en los líderes facultados del mañana. Tres fortalezas sustentan este nuevo poder
gerencial:
• El Auto Control
• La Acción
• Las Relaciones
Jesucristo se da cuenta que necesita crear en su “masa crítica” valores espirituales que sean una avalancha incontenible, que den piso a sus ideas, y al mismo tiempo que sepan aprovechar los vínculos que vayan creando, hasta lograr construir una tela de araña, una madeja, que pasado el tiempo sea la crisálida que de paso a una bella mariposa, un nuevo orden, una nueva forma de pensar; que le permita volver al Padre con la tranquilidad de la labor cumplida. Con solo doce apóstoles, ninguno de ellos estrellas, Jesucristo cambió el Mundo.