Cada vez que hay una referencia de un centurión romano en la Escritura, usted encontrará un hombre de integridad, un hombre respetable, inteligente y virtuoso.
Los romanos no eran muy buenos para seleccionar gobernadores, pero aparentemente sabían cómo seleccionar centuriones. Leemos acerca de estos en Mateo 8 y Lucas 7, Marcos 15, Hechos 10, Hechos 22 y Hechos 24, y todos eran hombres de referencia y honor.
Este es el primer principio del liderazgo: El líder es confiable.
¿Cómo desarrolla un líder la confianza? Cuando las personas estén convencidas de que usted va a hacer todo lo posible para darles bienestar y no dañarlos, confiarán en usted.
Un líder no es alguien que se consume de su propio éxito y de su propio interés. Un verdadero líder es alguien que les demuestra a los demás que lo que ocupa su corazón es dar lo mejor para ellos. Un verdadero líder se esforzará para hacer que los que están a su alrededor tengan éxito.
Su pasión es ayudar a que las personas que están bajo su liderazgo florezcan. Es por esa razón que el verdadero líder debe tener el corazón de un siervo.
Un líder genuino es aquel que está rodeado de personas dotadas, capaces, dirigentes y eficaces, y que le siguen.
El segundo principio fundamental del verdadero liderazgo: El líder toma la iniciativa.
Los líderes se levantan en tiempos de crisis y toman la iniciativa.
El líder nunca dice: «Puede que haya un problema aquí. Alguien debiera hacer algo al respecto ». El líder afirma: «Este es el problema y esta la solución».
La única clase de dinamismo que hace a los verdaderos líderes no es la que inicia en la ignición sino que también llega hasta el final de la jornada, organizando y movilizando a las personas en el camino.
Nehemías no era un líder pasivo. Los buenos líderes nunca lo son. No les piden a otros que hagan lo que ellos no están dispuestos a hacer por sí mismos. Nehemías se enrolló sus mangas y trabajó tan diligentemente como los demás.
El líder utiliza el buen juicio.
La formas más rápida de perder la credibilidad como líder es tomar una decisión tonta que perjudique a las personas.
Muchos hombres jóvenes en el ministerio toman decisiones muy impetuosas y mal consideradas. Dirigen sin mirar hacia dónde van. No piensan en las consecuencias. No son lo suficientemente cautelosos.
Uno pensaría que cometen el error de ser demasiado tímidos, pero mi experiencia me dice que es más común que los jóvenes fracasen porque son demasiado impetuosos. No son sensibles. No buscan el sabio consejo.
El líder habla con autoridad.
Cuando expresamos que los buenos líderes hablan con autoridad, no decimos simplemente que hablan con una actitud autoritaria. La pomposidad y la arrogancia no equivalen a autoridad.
El asombroso aplomo de Pablo no tenía egoísmo ni insolencia. No reflejaba el sentimiento de superioridad o sentido de autoimportancia o arrogancia. Más bien, la asombrosa autoridad con la que hablaba era una autoridad inamovible derivada de una certeza absoluta de la palabra de Dios, sabiendo que era cierta y que sus promesas son confiables.