“Una gran reputación es una gran responsabilidad” (Thomas Fuller, 1654-1734)
El industrial Henry Ford afirmó esto de la siguiente manera: “Usted no puede construir una reputación sobre aquello que va a hacer”.
Sobre este tema, algunos años atrás la compañía petrolifera “Esso” publicó la siguiente nota promocional, en Gran Bretaña y en América del Norte, para expresar algunos de sus valores corporativos:
“La mediocridad es una satisfacción. No es muy difícil vivir a la altura del segundo lugar; cualquiera puede hacerlo con los brazos cruzados y con los pies encima de la mesa. Lealtad a una gran reputación es una tarea mucho más difícil. Significa igualarse todos los días a los padrones más elevados que álguien estableció para sí en el pasado, osea, hacer de su mejor esfuerzo algo habitual”.
Continúa la nota: “Para que álguien que está preocupado solo con su vida, es una hazaña bien difícil. Para una industria que produce millares de toneladas de su producto por hora, esto implica tanto una celoza vigilancia en relación con calidad, como una busqueda continua por medios para aprimorarla. Sin esa vigilancia y busqueda continuas, la tan duramente conquistada reputación no duraría mucho tiempo. El segundo lugar cuida de sí mismo. Una gran reputación es rehecha diariamente.”
Cuando el asunto reputación es abordado pensamos en terminos de integridad, honestidad, y otros trazos de carácter. Pero a “Esso” aparentemente vio la necesidad de hacer diferencia entre una performance mediocre y el compromiso con la excelencia. ¡Interesante! El término “mediocre” viene del latin “mediocris”, que significa “debajo del máximo”, ser mediocre en nuestro trabajo, o en lo que hagamos, escencialmente significa funcionar por debajo de nuestra capacidad máxima.
Alguien describió la vejez como un “tiempo en que las personas corren en círculos alrededor del peldaño mas alto que alcanzaron”. Pasamos nuestras vidas escalando de un peldaño para otro. A cada peldaño podemos parar para descansar, pero enseguida, nos levantamos y comenzamos a escalar un nuevo nivel. Y cuando llegamos al tope y nos contentamos en rodar en círculo, que nos torna viejos, no importa cual sea nuestra edad, 25, 45 u 85. La vida de álguien se torna mediocre cuando él mira el lado de la montaña y se rehusa a continuar escalando, sin interés de llegar a la cumbre.
El rey de Israel, Salomón, cuya percepción de la vida cotidiana le conquistó la reputación de hombre más sabio que ya vivió, escribió hace miles de años atrás: “Dé más estima es la buena fama que las muchas riquezas; y la buena gracias más que la plata y el oro” (Proverbios 22:1).
Si visita una tienda de cosas de escritorio, encontrará una enorme variedad de productos como computadores, monitores, papeles de varios pesos y colores, lápis, lapiceros, muebles y accesorios. Pero nunca encontrará un “Departamento de Reputación”, porque reputación no es un producto que pueda ser comprado. La reputación de realizar un trabajo de cualidad y tener compromiso con la excelencia, solamente puede ser ganada momento a momento.
Tenemos la tendecia de enfocar las conquistas inmediatas, “Vean lo que hice” Pero la reputación es mejor considerada a lo largo del curso de nuestra vida, y hemos aprendido por experiencia, que Dios está mucho más interesado en nuestro rumbo de que en nuestras conquistas individuales: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de ánimo, como al Señor, y no a los hombres. (Colosenses 3:23).
Robert D. and Robert L. Foster. Publicado con la autorización de "Take Three on Monday Morning" (TTOMM), escrito y publicado por Robert D. and Robert L. Foster. Traducción de Alicia Gonzales Lemos.