El pensamiento negativo es uno de los medios más efectivos de los que se vale Satanás.
Si te puede obligar a pensar en forma negativa y adoptar actitudes negativas, sabe que tus actos serán también negativos, debilitándote ti y a tu organización.
Dos amigos míos, llamémosles Dave y harry, son presidentes de organizaciones cristianas. Dave es jefe de una gran empresa, muy progresiva de tipo misionero, cuya meta es alcanzar a todo el mundo con el mensaje de Jesucristo mediante el empleo de todos los recursos de las comunicaciones modernas.
Hace poco me dijo: “Mi trabajo consiste en aprender a pensar de forma grande como piensa Dios, y Dios piensa en cada una de las personas en todos los países.”
Al hablar continuó diciendo: “Vivimos en tiempos cargados de emociones. Dios nos está permitiendo ampliar nuestro ministerio mediante el empleo de la tecnología moderna.”
Continuó describiendo proyectos para hacer llegar el evangelio a todas las grandes ciudades del mundo, por medio de un satélite de comunicaciones. Me explicó cómo pensaban ampliar sus edificios y añadir más personal a su misión.
Durante el tiempo que estuve con la organización de Deve tuve ocasión de hablar con miembros de su personal y comprobar en entusiasmo que les guiaba por las grandes cosas que Dios estaba haciendo por medio de su organización.
Al comentar con uno de sus encargados lo emocionados y motivados que estaban, me dijo: “David nos ha ayudado a comprender la grandeza y el poder de Dios, que quiere llevar el Evangelio literalmente a todas las personas, de modo que no tememos confiar en Dios para lograr grades cosas.
Días después hablaba con mi amigo Harry, presidente también de una obra misionera. Durante una de nuestras discusiones me dijo: “Sabes, Myron, vivimos en tiempos desesperantes y difíciles. Cada día resulta más difícil hacer llegar el Evangelio a ciertos países.
La inflación nos hace penoso el sostener y enviar misioneros al campo de misión.” Me explicó cómo su organización estaba tratando de limitar algunos de sus objetivos y proyectos en un esfuerzo por economizar. Al hablar no pude evitar notar la diferencia en el tono y en la actitud entre él y Dave.
Le pregunté a algunos del personal de Harry cuál era su impresión acerca del futuro de su organización Uno de ellos resumió la opinión de los demás al decirme:
“Debemos aprender a apretarnos el cinturón y recortar algunos de nuestros planes a largo plazo, ya que no podemos enviar y sostener tantos misioneros como en un principio.”
Al despedirme del grupo de Harry, recordé a los diez espías de Moisés y la gran diferencia que existía en la actitud de los dos espías enviados por Josué. Me dí cuenta de que también se podía con la organización de Dave y la de Harry.
La una mantenía una actitud positiva, al pensar que Dios podía cubrir todas las necesidades y la otra dependía más de las circunstancias, en vez de confiar en Dios y concluían que no podían llegar a las metas que se habían fijado.
Como dijo un ejecutivo de una organización cristiana recientemente: “No me explico cómo una (organización cristiana) puede obtener de uno de sus donantes siete millones de dólares como regalo, cuando nosotros nos esforzamos por conseguir sólo siete mil.
Me sonreí y le contesté: “Puede ser que usted no tenga suficiente fe en Dios como para un proyecto de siete millones.”
Inclinó la cabeza con tristeza y replicó: “Puede que tenga usted razón. Nuestro presupuesto total no llega a los siete millones.”
La mente humana es nuestro campo de batalla más importante porque nuestros pensamientos y actitudes influyen grandemente en nuestros actos.
Por lo tanto, Satanás trabaja sin cesar para obligarnos a pensar de manera negativa, a dudar de Dios y a confiar en nuestros sentimientos en lugar de hacerlo en la palabra de Dios.
Dios también desea el control de nuestras mentes. Así Pablo nos exhorta: “Renueven sus actitudes y pensamientos. Si, revístanse de la nueva naturaleza, sean diferentes, sean diferentes, santos y buenos.” (Efe. 4:23-24)