
El Comienzo de una Promesa. Por John MacArthur
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. GÉNESIS 3.15
Dentro de la maldición por el pecado está la primera promesa del Redentor, Cristo, en Génesis 3.15. Considere lo que se revela acerca de Él aquí.
En primer lugar, Él sería la Simiente de la mujer. Este es un lenguaje significativo, porque normalmente se hablaba de la descendencia como la simiente paterna. Esto parece ser una sutil referencia al nacimiento virginal de Cristo.
En segundo lugar, habría enemistad entre Él y la serpiente. Esto significa el continuo conflicto entre Satanás y Cristo.
Satanás, el destructor de las almas de los hombres, se opone a Cristo, el Salvador del mundo. El maligno odia al Santo y por lo tanto, se ha establecido a sí mismo y «a su simiente», todos los que pertenecen a su reino (tanto demonios como seres humanos), en contra de la Simiente de la mujer.
En tercer lugar, la Simiente de la mujer sufriría. Satanás la heriría en el calcañar. Esto habla del sufrimiento de Cristo en la cruz (vea Isaías 53.5).
En cuarto lugar, el Salvador triunfaría. Él pondría fin a la enemistad para siempre al aplastarle la cabeza a la serpiente. Satanás, la serpiente, hizo todo lo posible para destruir a Cristo, pero al final le dejó solo una marca de la que sanaría.
Cristo resucitó de entre los muertos en señal de triunfo, ganando la redención de la raza caída de Adán, mientras destruía las obras del diablo. Y en ese acto selló la derrota final de Satanás, aplastando la cabeza de la serpiente como había sido prometido.
Recuerde que el primer rayo de esperanza de que todo esto ocurriría brilló en la maldición de Dios pronunciada después de que Adán pecó. Luego, el resto de las Escrituras, a partir de este punto, simplemente completa los espacios en el drama de la redención.