El Temor Quiere que Huya de Algo que no le Persigue.
El gran evangelista Billy Sunday dijo una vez: «El temor golpeó mi puerta. La fe respondió... y nadie replicó». Esta es la respuesta apropiada al temor. ¿Por qué le gusta al temor ocupar el lugar que le corresponde a la fe? Los dos tienen mucho en común: ambos creen que ocurrirá lo que no se ve.
La fe termina donde empieza el temor y el temor termina donde empieza la fe. Nuestros peores pensamientos casi nunca ocurren y la mayoría de las preocupaciones mueren en vana expectativa. «No hay razón de abrir el paraguas hasta que no empiece a llover», dijo Alice Caldwell Rice.
Aún no ha ocurrido lo que teme del mañana. «No tema el día que nunca ha visto» (proverbio inglés). El temor le impide flexionar el músculo del riesgo. Se ha dicho que la preocupación es el cuarto oscuro donde se revelan los negativos.
Es como una silla mecedora: le mantiene en movimiento, pero no le lleva a ningún lado. Si no puede dejar de preocuparse, acuérdese de que la preocupación tampoco le ayuda. Un amigo me dijo una vez: «No me diga que la preocupación no es buena. Lo sé bien. Aquello que me preocupa nunca ocurre».
La mayoría de nuestros temores encuentran su origen en el temor del hombre. Pero la Biblia dice que: «Jehová es la fortaleza de mi vida; «¡de quién he de atemorizarme?» (Salmo 27.1). «En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?» (Salmo 56.4). Las personas se preocuparían menos de las opiniones que otros tienen de ellas si tan solo notaran lo poco que estas lo hacen.
La mayoría de las personas creen en sus dudas y dudan lo que creen. Así como en el viejo refrán: «Déle de comer a su fe y verá cómo se mueren de hambre sus dudas». Muchas personas están tan llenas de temores que corren por la vida tratando de alejarse de algo que no las persigue. Temer el futuro es una manera de desperdiciar el presente.
No tema del mañana. Dios ya está allí. Nunca tema confiarle un futuro incierto a un Dios conocido. Debe seguir el consejo de Howard Chandler cuando dice: «Cada mañana paso quince minutos llenando mi mente de Dios; entonces no queda lugar para las preocupaciones».
Un famoso y viejo poema, The Prairie Pastor [El pastor de la pradera], lo dice bien: «El tordo le dijo al gorrión: La verdad es que me gustaría saber por qué estos seres humanos corren ansiosos, preocupados de un lado a otro. Y el gorrión le respondió: Supongo que debe ser porque no tienen un Padre celestial como el nuestro que los cuide».
